sábado, 6 de enero de 2007

LA GUÍA DEL ESPÍRITU

BRUS LEGUÁS CONTRERAS
MAYO DE 2003

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“Sí, he aquí, hablaré a tu mente y a tu corazón por medio del Espíritu Santo que vendrá sobre ti y morará en tu corazón. Ahora, he aquí, éste es el espíritu de revelación; he aquí, es el espíritu mediante el cual Moisés condujo a los hijos de Israel a través del Mar Rojo sobre tierra seca.”
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Cuando uno tiene que tomar una decisión importante o resolver un dilema serio, ¿cómo lo hace? ¿Utiliza siempre el mismo método? ¿Hace un buen esfuerzo de su parte y emplea el buen sentido común para resolverlo? Y, ¿cuándo y por qué motivo se dirige al Señor?

A medida que reflexionamos en cuanto a estas preguntas, tomemos en cuenta las siguientes palabras esclarecedoras de Bruce R. McConkie:

“Cuando morábamos en la presencia de Dios, nuestro Padre Celestial, se nos dotó del libre albedrío. Esto nos dio la oportunidad y el privilegio de escoger lo que haríamos, de escoger libremente y sin presiones. [...] Se espera que usemos los dones, la capacidad, el sentido común, el juicio y el albedrío con que fuimos dotados.

“Pero, por otra parte, se nos mandó que busquemos al Señor, que deseemos su Espíritu, que obtengamos el espíritu de revelación y de inspiración en nuestra vida. [...]

“De manera que nos enfrentamos con dos alternativas. Una es que debemos ser guiados por el espíritu de inspiración, el espíritu de revelación. La otra es que estamos aquí bajo el mandato de utilizar nuestro libre albedrío, que determinemos por nosotros mismos lo que debemos hacer; y necesitamos esforzarnos por lograr un equilibrio entre estas dos opciones si es que vamos a seguir un curso que nos llenará de gozo, satisfacción y paz en esta vida conducirá a la recompensa eterna en el reino de nuestro Padre.”[1]

al estudiar los pasajes de las Escrituras que se citen, pregúntense a sí mismos cuál es el común denominador entre el libre albedrío y la inspiración del Señor. ¿Bajo qué condiciones es más probable que el Señor le revele su voluntad? ¿Cómo puede reconocerse la inspiración del Espíritu?

Aunque es posible que el Señor responda a algunas de nuestras plegarias inmediatamente o que recibamos la inspiración del Espíritu aunque no la hayamos pedido, la inspiración por lo general viene únicamente cuando nos hemos preparado lo suficiente para recibirla.

Por ejemplo, de Éter 2:22, 23, aprendemos que el Señor no resuelve los problemas con un milagro sin antes hacer que se aportaran ideas y esfuerzos por parte del hermano de Jared.

De Doctrina y Convenios 9:7-9, en tanto, aprendemos que la falta de fe y de constancia determinó que Oliverio Cowdery no pudiera traducir los anales, como él deseaba, y tuviera que conformarse con ser el escriba del Profeta José Smith. El Señor le dice que el asunto debe primero estudiarlo en su mente y luego preguntarle al Señor en cuanto a si está bien y le da la señal por la cual sabrá la verdad.

El élder Gene R. Cook, dice que si uno pone todo lo que esté de su parte, el Señor le otorgará su guía divina. Escribe él:

“Mis hermanos, ningún Santo de los Últimos Días errará el camino si sigue el consejo inspirado del Señor y sus siervos. Os testifico que si conserváis vuestra propia espiritualidad, y esto lo hacéis orando sin cesar, estudiando constantemente las Escrituras y meditando sobre ellas, así como obedeciendo a vuestros líderes, y a la luz y verdad que al presente comprendáis, no seréis engañados.”[2]

El presidente Thomas S. Monson, por su parte, nos dice que el Señor estará a nuestro lado en nuestras tribulaciones:

“Vivimos en un mundo complejo y lleno de problemas. Tenemos la tendencia a sentirnos separados y hasta aislados, del Dador de todo don; y nos preocupamos pensando que estamos solos.

“Pero, del lecho de dolor, de la almohada mojada con lágrimas de desolación, nos levanta esta divina confirmación y preciada promesa que Él nos hizo: ‘No te dejaré, ni te desampararé’ (Josué 1:5).”[3]

En tanto, el presidente Marion G. Romney recalcó la importancia de la oración constante para recibir inspiración:

“Desear, buscar y meditar sobre las palabras de vida eterna, pese a lo importantes que son, serían incompletos sin la oración.”[4]

Y, dice en otra parte:

“Yo sé por experiencia propia que la oración es el sendero por medio del cual podemos llegar a establecer contacto con Dios y recibir de Él guía y dirección. Ha habido en mi vida momentos en que me fue muy difícil ponerme en contacto con el Señor, momentos en que tuve que orar y ayunar cada semana durante varios meses. Pero yo sé que se puede lograr, y usted puede orar al Padre y recibir ayuda para resolver sus problemas.”[5]

Se espera, pues, que hagamos uso de la facultad, capacidad y habilidad que poseamos para resolver nuestros problemas ; y que luego, con un deseo intenso y ferviente oración, busquemos la voz confirmadora del Espíritu.

En un discurso pronunciado en el Instituto de Religión de Salt Lake City, Bruce R. McConkie, dijo:

“No conozco palabras para describir lo que es la revelación. Alguien dijo: ‘¿Cómo puedo saber si he recibido una revelación? ¿Cómo puedo estar seguro?’ Nadie puede decirle cómo estar seguro. La revelación no es algo que se pueda describir; es algo que se experimenta.”[6]

En efecto, el recibir revelación es un asunto personal, y la reciben sin que nadie se dé cuenta, los que están preparados para recibirla. Las cosas de Dios sólo se conocen por el Espíritu de Dios.[7]

El élder Boyd K. Packer explicó al respecto:

“El Espíritu no atrae nuestra atención por medio de gritos ni de sacudidas bruscas. Por el contrario, nos susurra; nos acaricia tan tiernamente que si nos encontramos demasiado enfrascados en nuestras preocupaciones, quizás no lo percibamos en absoluto.”[8]

Ocasiones hay en que podemos recibir revelación sin reconocerla, porque lo que esperábamos está totalmente fuera de la realidad. El presidente Marion G. Romney lo explicó con estas palabras:

“En la mayoría de los casos, la manera en que sé que el Señor responde a mis oraciones es por la forma en que me siento. [...]

“Cuando me enfrento con un problema, sopeso en mi mente, mediante la oración, las posibles soluciones, y llego a una conclusión de cuál de ellas es la mejor. Entonces, por medio de la oración, le presento mi problema al Señor; le digo que deseo tomar una decisión acertada, y lo que es a mi juicio el curso correcto. Entonces le pido que si he tomado la decisión correcta, me dé el sentimiento de ardor en el pecho que le prometió a Oliverio Cowdery. Cuando la luz y la paz llegan a mi mente, sé que el Señor me está diciendo que sí. Si no tengo claridad de pensamiento, sé que está diciendo que no, y lo intento de nuevo, siguiendo el mismo procedimiento.

“En conclusión, repito: Sé cuando y cómo el Señor contesta mis oraciones, por la manera en que me siento.

“Cuando aprendamos a distinguir entre la inspiración del Espíritu del Señor y nuestras propias esperanzas y deseos, no cometeremos errores. Esto os lo testifico.”[9]

el recibir revelación es un asunto personal y delicado. En algunas ocasiones alguien puede engañarse a sí mismo. Por lo tanto, es importante verificar nuestra supuesta inspiración, cuando ello es posible, con las palabras del Profeta viviente, con las Escrituras y con los consejos de nuestros líderes.

El presidente Lorenzo Snow aconsejó lo siguiente: “Existe una manera por medio de la cual las personas pueden mantener su conciencia libre ante Dios y el hombre, y es la de preservar dentro de ellas el Espíritu de Dios, el cual es el espíritu de revelación para todo hombre y para toda mujer. Por medio de sugerencias les revelará, incluso en los asuntos más sencillos, lo que deben hacer. Debemos tratar de aprender a distinguir la naturaleza de este Espíritu, para que podamos comprender sus sugerencias y luego poder siempre tener la capacidad de hacer lo correcto. Este es el gran privilegio de todo Santo de los Últimos Días. Sabemos que es nuestro derecho el tener las manifestaciones del Espíritu cada día de nuestra vida.”[10]

Nosotros, todos, hombre y mujeres que somos miembros homosexuales de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, demasiadas veces nos hemos alejado de la Iglesia y de Dios con un sentimiento de culpa. Creemos que ya no tenemos derecho a recibir la guía del Espíritu y creemos que el Espíritu ha inspirado a nuestras Autoridades Generales y a nuestros líderes locales a condenar a la homosexualidad y a los homosexuales. Y estamos muchas veces seguros de que estamos cometiendo el pecado imperdonable por nuestra homosexualidad. Eso, porque en las diferentes publicaciones oficiales de la Iglesia y en las palabras de nuestros líderes y de algunas Autoridades Generales de la Iglesia, así parece leerse.

Sin embargo, ¿cuántos de nosotros sabe que en realidad ningún Profeta de la Iglesia ha reclamado la inspiración del Espíritu cuando ha hablado en contra de la homosexualidad y de los homosexuales?

Ningún profeta ha dicho o publicado nunca una revelación original sobre el fenómeno de la orientación homosexual. Algunos han preparado declaraciones de política oficial de la Iglesia y/o argumentos en contra de la homosexualidad basados en (1) la interpretación tradicional de versículos bíblicos, (2) apelaciones a teorías de sicología (a pesar de ser teorías ya obsoletas y que no tienen apoyo alguno en la ciencia moderna), y (3) la opinión convencional de la cultura occidental.

Una vez más, debe afirmarse que cuando un profeta o apóstol del Señor asegura haber recibido una revelación directa a través del poder del Espíritu Santo, su autoridad en la cuestión es absoluta. Lo sorprendente es que ningún profeta hasta el presente ha basado su oposición a la homosexualidad en una revelación directa, sino más bien en revelaciones que él supone que otros han recibido.

Puesto que ningún profeta moderno ha invocado la autoridad final de la revelación personal en este asunto, no puede hacerse ninguna declaración de infalibilidad profética.

Sin embargo, ¿son los profetas siempre proféticos en su entendimiento y opiniones? José Smith explicó: “Un profeta solamente [es] profeta cuando está actuando como tal.”[11] No es de sorprenderse que, sin contar con una revelación moderna que les proporcione guía en el tema, los Apóstoles y Profetas de hoy hayan seguido el modelo homofóbico adoptado por la mayoría de las denominaciones judeo-cristianas, particularmente las declaraciones más fundamentalistas y conservadoras a este respecto. De hecho, antes del surgimiento del activismo gay en la década de 1960, habría sido extraordinario (y aun peligroso) que alguna iglesia no siguiera tal modelo.

Supongamos que José Smith, por ejemplo, hubiera publicado una revelación afirmando la aprobación celestial de la homosexualidad. Sus efectos habrían sido explosivos al grado de perjudicar la Restauración antes que empezara debido a la oposición de sus opositores y enemigos religiosos. En todo caso, José Smith no fue homofóbico en absoluto.

En un funeral realizado en 1843 en Nauvoo, Illinois, José Smith consoló a un doliente de Lorenzo G. Barnes, que había muerto mientras servía una misión en la Gran Bretaña. El Profeta notó que un “amigo íntimo” del hermano Barnes estaba presente en la congregación ese día.[12] Con el fin de enseñar un principio en particular de la resurrección, la cita indica que José declaró lo siguiente:

“[...] para llegar a entenderlo: es como el caso de dos amigos íntimos, que se acostaran en la misma cama, estrechados el uno en los brazos del otro mientras hablan de su amor, y se despertaran juntos de mañana. Podrían retomar inmediatamente su conversación de amor aun mientras se levantan del lecho; pero si ellos estuvieran solos, y en recámaras separadas, no podrían estar listos para saludarse el uno al otro como si hubieran estado juntos [...]”[13]

El Diario de José Smith guardado por Willard Richards contiene una versión similar, aunque más breve, de la misma declaración. Y lo mismo dice la Historia Documental de la Iglesia.[14] Es cierto que no se necesita inferir nada erótico de estos comentarios, pero incluso el lector más escéptico se queda sorprendido cuando descubre la naturalidad con la que el relato de Woodruff se refiere a la intimidad entre personas del mismo sexo. Y tampoco se pueden desechar las especiales y claras connotaciones de la cita arguyendo que son prueba de la ingenuidad del siglo XIX. La homosexualidad existía entonces como ahora. La prensa de Illinois estaba publicando en esos días acusaciones de fornicación, adulterio y sodomía contra los mormones.[15]

El Profeta no pudo haber estado ajeno a tales rumores.

De hecho, incluso en la formal y revisada historia documental de la Iglesia, se han registrado palabras que deberían hacernos meditar a todos. Hablando acerca de la resurrección, con motivo de la muerte de Lorenzo G. Barnes, que ya se ha mencionado, se dice, en parte: “Cuán placentero es que los amigos reposen juntos, y unidos en los vínculos del amor, descansen y despierten en compañía el uno del otro y reanuden su conversación.”[16]

“¡Hosanna, hosanna, hosanna al Dios Omnipotente!, porque aun ahora empiezan a alumbrarnos los rayos de luz. No puedo hallar palabras para expresarme. No soy instruido, pero tengo tan buenos sentimientos como cualquier otro hombre.

“¡Oh, si pudiese hablar como un arcángel para expresar una vez mis sentimientos a mis amigos! Pero no espero lograrlo en esta vida. Cuando otros se regocijan, yo me regocijo; cuando lloran, también lloro.

“A Marcelo Bates le dirijo una palabra de consuelo. Usted pronto gozará de la asociación de su compañero en un mundo de gloria, así como los amigos del hermano Barnes y todos los miembros de la Iglesia que están de luto.”[17]

Si las anteriores palabras no se están refiriendo a una relación muy especial, que no es de parentesco, puesto que sus apellidos son diferentes, ni de amistad, puesto que a los amigos se les nombra a continuación, ni una mera relación de hermanos en la fe, ya que a todos los miembros de la Iglesia se les nombra al final, ¿de qué tipo de relación está hablando entonces el Profeta? ¿Por qué dirige José Smith una palabra de consuelo a Marcelo Bates, y a nadie más? ¿Es su deudo? ¿Por qué podría ser su deudo? ¿Por qué no nombra a parientes y amigos por nombre? ¿Por qué dice el Profeta que no puede hallar las palabras para expresarse en esta ocasión, pero sí dice que tiene tan buenos sentimientos como cualquier otro hombre?

Y es significativo también el que diga que “aun ahora empiezan a alumbrarnos los rayos de luz”

Y, nótese que le dice a Marcelo Bates, a quien sindica como deudo de Lorenzo G. Barnes: “Usted pronto gozará de la asociación de su compañero en un mundo de gloria.”

José Smith es único entre los profetas de la Iglesia Restaurada debido a su capacidad de recibir inspiración y visiones. Muy pocos han visto al Padre y al Hijo. Difícilmente uno podría mantener una perspectiva convencional de las cosas después de una experiencia semejante. Ocasionalmente José expresó que estaba insatisfecho de no poder compartir todo su conocimiento con la Iglesia, debido a la falta de preparación de los miembros. Ciertamente él sabía más de lo que le estaba permitido decir. Al fin del relato de su incomparable visión de los grados de gloria, José Smith alude a las “grandes y maravillosas [obras]” y los “misterios del reino” que no le era lícito declarar, pero que pueden ser conocidos por aquellos que tienen el Espíritu Santo.[18]

Yo creo que el Profeta logró un entendimiento secreto en cuanto al fenómeno de la homosexualidad. Por eso es que mostró una prudencia en cuanto al tema que sus sucesores no supieron emular.

A medida que la ciencia reivindica la homosexualidad, la Iglesia enfrenta un creciente problema de falta de credibilidad. Para salvar su reputación, será necesario que revise sus políticas anti-homosexuales con una actitud crítica. La Iglesia debe determinar cuánto es revelación y cuánto es suposición.

Históricamente, esto es lo que siempre se ha hecho. En una ocasión, José Fielding Smith dijo que el hombre jamás llegaría a la Luna. En retrospectiva, es fácil darse cuenta que no estaba actuando como profeta cuando se formó su opinión. Solamente estaba expresando una opinión personal basada en su experiencia personal, pero no pudo haberlo dicho bajo la inspiración del Espíritu. Aún así, reconociendo esa falencia, tenemos que reconocer, como reconocemos, que en muchos otros temas él sí expresó el pensamiento y la voluntad de Dios. No dudamos que fue un verdadero profeta.

Spencer W. Kimball también fue un verdadero profeta, aunque estaba equivocado en su opinión sobre el amor homosexual. De nuevo, creo que lo que él expresó fueron sus propias opiniones personales, basadas en su propia observación y experiencia del mundo circundante. En todo caso, jamás él alegó haber recibido alguna revelación especial sobre el tema. Es por eso que recurre a la autoridad de la interpretación tradicional que hacían la mayoría de las iglesias de la cristiandad hasta ese tiempo de ciertos textos de las Escrituras.

Sean cuales fueren sus propias flaquezas, los profetas y apóstoles de los últimos días han sido hombres íntegros. Nunca, o rara vez, han abusado de sus dones proféticos para alegar inspiraciones que no han tenido.

A la luz del progreso que estamos experimentando en el estudio de la homosexualidad en las ciencias y las Escrituras, creo, sin embargo, que ya debería ser tiempo para que nuestros líderes usaran de sus dones sagrados para aumentar el entendimiento y la comprensión acerca de tan importante tema, como lo es el de la homosexualidad.

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[1] Agency or Inspiation?, Bruce R. McConkie, en New Era, enero de 1975, páginas 38, 39.
[2] Guías espirituales para los maestros de rectitud, en Liahona, julio de 1982, página 52.
[3] El Espíritu vivifica, en Liahona, abril de 1985, página 65.
[4] Magnificando nuestro llamamiento en el sacerdocio, en Liahona, diciembre de 1973, página 44.
[5] Spiritual Communication, en Improvement Era, abril de 1966, página 301.
[6] Personal Revelation, Bruce R. McConkie, discurso pronunciado el 22 de enero de 1971, página 7.
[7] Enseñanzas del Profeta José Smith, páginas 299, 300.
[8] La lámpara de Jehová, en Liahona, octubre de 1983, página 31.
[9] New Era, octubre de 1975, páginas 34, 35.
[10] Conference Report, abril de 1899, página 52.
[11] Enseñanzas del Profeta José Smith, página 341.
[12] Joseph Smith Was Not Homophobic [José Smith no fue Homofóbico], Antonio A. Feliz, citado en la revista Affinity, Septiembre de 1987, página 3.
[13] Diario de Wilford Woodruff, anotación del 16 de Abril de 1843, según la cita de Joseph Smith Was Not Homophobic [José Smith no fue Homofóbico], Antonio A. Feliz, revista Affinity, Septiembre de 1987, página 3; negritas añadidas.
[14] Enseñanzas del Profeta José Smith, selecciones de sus sermones y escritos, compiladas, escogidas y arregladas por José Fielding Smith, Historiador de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, tomadas de la Historia Documental de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, así como de obras escritas o publicadas en los días del ministerio del profeta José Smith, traducida al español bajo la dirección del Comité Misionero de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días por Eduardo Balderas, publicación de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, Salt Lake City, Utah, EE. UU., 1975, páginas 357-360.
[15] Joseph Smith Was Not Homophobic [José Smith no fue Homofóbico], Antonio A. Feliz, revista Affinity, septiembre de 1987, página 5.
[16] Enseñanzas del Profeta José Smith, página 359.
[17] Enseñanzas del Profeta José Smith, página 360; cursivas añadidas.
[18] Doctrina y Convenios 76:113-117.