miércoles, 7 de febrero de 2007

LA ESCRITURA USADA POR MOISÉS

ADVERTENCIA

Este artículo se ha escrito con carácter puramente divulgativo y para una página web. Por lo tanto, es lógico que su forma, estilo y contenido no se adapte a lo que podría esperar un lector especialista en la materia.

Este carácter informal que ni siquiera incluye bibliografía, cosa que nunca está de más, pero no es obligatoria en todos los casos y por ello se omite ahora intencionadamente, sólo pretende informar al lector general no profesional. Escribir muchas tonterías sin sentido ni base científica alguna, citando numerosa bibliografía, que por el propio contenido se puede dilucidar que ni siquiera se posee, es insuficiente para alcanzar las conclusiones finales o no se ha utilizado e incluso leído, e incluyendo muchas notas al pie, sólo da la apariencia irreal de seriedad y profesionalidad. Pero eso no es ni lo uno lo otro y ni muchos menos divulgativo, importando entonces muy poco dónde se haya publicado y con qué objetivo.

Por otro lado es necesario también aclarar que cuando un artículo es realmente innovador no necesita mencionar, no necesita mencionar los trabajos de otras personas que no han aportado nada a su propio estudio, a no ser que sean una fuente de datos válidos e indispensables. Esto último se justifica por pura cortesía y educación, ya que no siempre es necesario señalar con el dedo a todos los que se equivocaron antes de que uno mismo diese con la solución a una determinada cuestión.

Como podrá apreciarse en las siguientes páginas, en todo caso, necesario es advertirlo, se hallará que en realidad aquí no se presenta ninguna novedad en cuanto al tema que se trata, ni tampoco es novedosa la manera en que se presenta la información. Tal vez el mayor valor de este ensayo sea que reúne mucha información que generalmente se haya dispersa en diferentes lugares, incluso en la propia mente de uno por haberlo ya leído, estudiado o entendido que es así.

En esta versión, este documento no está completo, debido a que carece de las tablas idiomáticas en la sección final, así como, por las características propias de este sitio, carece el documento como tal de las palabras en caracteres hebreos antiguos y modernos, ya que no pueden ser representados adecuadamente.

Asimismo, este artículo está enfocado en los aspectos histórico-gramaticales, y no tiene incidencia alguna sobre el dogma y la doctrina de ninguna iglesia, ya que no se ha escrito para sustentar las aproximaciones de ninguna corriente de pensamiento religioso, sino que pretende únicamente incentivar el estudio de las Escrituras desde un punto de vista no dogmático ni religioso. Las citas o referencias a cualesquier aproximación doctrinal al tema, solamente tiene el objetivo de puntualizar algunos aspectos necesarios de tener presentes de antemano.

Si usted desea examinar el documento original, solicítelo a afirchile@hotmail.com.

GENERALIDADES

Varios de los principales supuestos que se han esgrimido, en distintos tonos y con variados énfasis, es el relacionado con el sistema de escritura utilizado por Moisés para poner por escrito el rollo de la Toráh.

Como es bien sabido, los judíos, y sus antecesores los israelitas, creían que Moisés fue el escritor de la Toráh, un rollo bastante voluminoso que en tiempos posteriores fue dividido, por motivos prácticos, en cinco volúmenes, que son en la actualidad conocidos en las Biblias como Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio, respectivamente, conteniendo cada cual material relacionado principalmente con lo que da a entender el título bajo el cual se registró cada sección de la Toráh en su presente división.

En la Versión griega de los Setenta[i], al conjunto de la Toráh se la llamó Pentateuco, que quiere decir volumen quíntuple o cinco libros o rollos.

No vamos a entrar aquí en consideraciones de algunos que, contrarios a la esencia misma del cristianismo, pretenden establecer, a partir de razonamientos de dudosa o nula autenticidad, la inexistencia histórica de Moisés. Tampoco se van a discutir en estas páginas las ponencias y opiniones de aquellos que declarándose judíos o cristianos genuinos niegan o dudan de la existencia histórica de Moisés y, por lo mismo, de que haya sido quien escribió la Toráh o Pentateuco. Eso queda para otra oportunidad en que se discuta la historicidad de los personajes bíblicos.

De un modo general, puede admitirse que Moisés no fue el primer hebreo que conoció algún sistema de escritura para el registro de transacciones o documentar hechos o eventos importantes de su vida. Ya hemos leído en la Biblia que Abraham el hebreo compró de los hititas un campo en el área de Makpeláh, donde enterró a su mujer, Sara, y donde después él mismo fue enterrado. Tal compra requirió de un documento, una escritura de compra, un contrato que debió ser registrado de acuerdo a ciertas formalidades generalmente aceptadas. Es posible que en la tierra de Canaán, donde se daba muy fuerte la influencia mesopotámica, a pesar de la no menor influencia egipcia, se haya usado tablillas de barro para escribir, utilizando caracteres akkádicos, pero utilizando la lengua local, como puede atestiguarse en la septentrional ciudad-estado de Ugarit, así como en la ciudad-estado de Ebla, en la Siria ciseufratésica superior.

De hecho, a pesar de la utilización de un sistema propio de escritura, y de materiales locales, en Egipto también se atestigua la utilización de la escritura sumero-akkádica sobre tablillas de barro, las que una vez inscritas y selladas, según correspondía, eran cocidas en un horno para conservarlas para futura constancia. Tal es el caso del extenso archivo encontrado en Tell el-Amarna, el sitio de Akhetatón, la capital egipcia durante el reinado del rey monólatra, Akhenatón.

Pero, en diferentes períodos, en la tierra de Canaán, se atestigua la presencia y el uso de materiales para escribir y de escritura egipcia. Se han conservado restos de escritura egipcia, aunque sobreviviendo solamente ejemplos en piedra y en materiales duraderos, en el sitio de Yebail, donde antaño estuvo situada Guebal o Guebala, la Byblos del período clásico grecorromano.

En cuanto a los hebreos mismos, existe no poca certeza en cuanto a que ellos, seguramente por una costumbre basada en mandatos de sus ancestros y de su Dios a ellos, conservaban registros familiares bastante detallados.

Adán, el primer hombre, sin duda tuvo la capacidad para producir registros escritos desde temprano en su vida, aunque no haya un registro directo de ello. Pero bien pudo estar relacionado con su dar nombres a los animales, al comienzo de su vida.

Los registros en el actual libro de Génesis de genealogías y fechados de la extensión de la vida de una gran cantidad de personas, da a entender que los registros eran sumamente prolijos.

Noé y su familia debieron llevar sus registros familiares y quizá algún registro histórico general, probablemente resumido, a través del Diluvio que barrió la civilización y la sociedad antediluviana, registros que serían conservados por sus descendientes posteriormente. De ahí vendría la costumbre mesopotámica de producir registros históricos más o menos circunstanciados de los eventos y sucesos que el escriba tenía ante sí, o que se le ordenaba que registrara. Es posible, asumen algunos especialistas, que, puesto que solamente la descendencia directa de Noé después del Diluvio, representada por la línea principal de los descendientes de Sem, habría tenido el derecho a la propiedad legal de tales registros, y que, por lo tanto, estos permanecieran en manos de dichos descendientes, quienes no podían probar su ascendencia, o quienes no tenían tales registros, se vieran compelidos, de alguna manera, a producir registros falsos a este respecto.

Ese sería el origen de las listas de reyes y de las genealogías que provienen de Sumer y de Akkad, como, por ejemplo, la llamada Lista Sumeria de los Reyes, así como las llamadas epopeyas o historias de los reyes antediluvianos y héroes, tales como Ziusudra, Guilgamésh y otros.

Algunos han avanzado la idea, desde hace muchísimo tiempo, de que, puesto que negaban o desconocían que los hebreos conocieran la escritura antes del cautiverio en Babilonia, habría sido en Babilonia, precisamente, donde no solamente habrían adoptado la escritura, sino que, también, habrían adoptado los mitos mesopotámicos, tales como el de la creación y el diluvio, adaptándolos los maestros religiosos judíos, a las necesidades que tenían de dar al judaísmo un aire de seriedad y de antigüedad.

Sin embargo, es perfectamente posible lo contrario. Esto es, que los relatos de la creación, de la sociedad antediluviana, del Diluvio y de los primeros tiempos luego de tal catástrofe, conservados por los patriarcas postdiluvianos, inspirara el surgimiento de relatos deformados de esos hechos en la forma de los mitos mesopotámicos de la creación, del diluvio y de los héroes y reyes prediluvianos e inmediatamente posteriores al Diluvio. Esa sería una mucho mejor y más fácilmente digerible explicación de las pocas similitudes existentes entre los registros bíblico y mesopotámico de los orígenes.

Es igualmente interesante notar que una de las principales diferencias entre el relato bíblico y los mitos mesopotámicos es el hecho de que Yahwéh[ii] no es un ser caprichoso que actúa por orgullo, envidia ni sentimentalismos. Jamás actúa en razón de las bajas pasiones humanas. Los dioses de Mesopotamia, como los de las otras áreas culturales del planeta, sí lo hacen. Los dioses de las naciones no tienen noción alguna de la verdadera justicia. Son culpables de homicidio, de incesto, de injusticia. No tienen misericordia. Su existencia misma está determinada por los hombres que les rinden culto y sacrificios, de los que se alimentan. Absolutamente diferente a lo que pasa con el Dios que es, por definición Uno y Único, quien es Justo, Misericordioso, Fiel, y hace que el universo y la humanidad existan por su Amor, y quien crea al hombre para que tenga gozo.

Los dioses de las naciones exigen de sus adoradores sacrificios en la forma de laceraciones y autoflagelo. El Dios de Israel exige amor como base para la devoción exclusiva que se le debe a Él como Creador, Originador y Padre de todos y de todo, devoción que se explica en la relación Padre-hijo que existe entre Dios y la humanidad.

Es muy posible que los registros patriarcales, mientras ellos vivieron en Mesopotamia y el Levante fueran producidos en la forma de tablillas de barro cocidas, que se conservarían muy cuidadosamente y se traspasarían de padres a hijos como un gran tesoro y una gran responsabilidad (pero no idolatrándolos, sino manteniéndolos como un nexo con el pasado y con el futuro de su familia o clan).

El lenguaje de los patriarcas prediluvianos y postdiluvianos fue el hebreo, idioma que muy probablemente haya sido el idioma original, el que habló Adán y, por ende, el idioma en que Yahwéh originalmente se comunicó con la humanidad.

Existe evidencia en cuanto a que los cambios reales experimentados por el hebreo, a pesar de todas las vicisitudes padecidas a lo largo de milenios y milenios, ha sido mínima, y que un hablante de hebreo del II milenio precristiano podría, eventualmente, comunicarse sin dificultades con un hablante de hebreo del III milenio postcristiano, a pesar de cuatro milenios de historia.

Asimismo, el hebreo habría sido el primer lenguaje humano escrito. Los hombres de la sociedad antediluviana lo escribirían en la forma de pictografías o pictogramas, con formas y sonidos asociados a significados específicos.

Los hombres postdiluvianos desarrollaron, a partir del sistema pictográfico original, un más complejo y complicado sistema de escritura que, por ejemplo en Egipto, requería estudios dedicados y extenuantes durante años para llegar a dominar la técnica de los dibujos, los significados y los sonidos asociados.

En Mesopotamia, se reputa a los sumerios el haber logrado desarrollar, a partir de los antiguos pictogramas, un sistema de escritura que respondió muy bien a los requerimientos de una sociedad agropecuaria que poco a poco fue derivando en el comercio exterior y las campañas militares con fines de apropiación de bienes y de personas para satisfacer las necesidades internas de una economía en expansión.

Posteriormente, los akkadios, una etnia semita, se hizo fuerte en el norte de la Baja Mesopotamia, en lo que se llamó la tierra de Akkad, y adoptó y adaptó a sus necesidades la mayor parte de los logros de los sumerios, cuya tierra se extendía al mediodía, hasta las playas del golfo Pérsico. Con el tiempo, las gentes de las ciudades-estados de la tierra de Sumer extendieron su influencia, y a veces su dominación militar y política, hacia amplias regiones de la meseta iraniana y hacia las costas e islas del golfo Pérsico, llegando probablemente a incursionar hasta las costas occidentales de la India, donde suele situarse la tierra de Melukha. El paraíso sumerio estaba situado en Dilmún o Tilmún, la isla de Tylos de los griegos y romanos, la actual Bahrein.

Los akkadios, aparentemente, fueron los responsables de extender la civilización y la cultura de los sumerios, con las pocas y necesarias adaptaciones y reformulaciones que introdujeron o que influyeron en que se de desarrollaran. Así, de la mano de los mercaderes y de los guerreros akkadios que extendieron el Imperio akkadio por toda Mesopotamia y su periferia, incluso, de acuerdo a ciertos documentos, llegando hasta Puruskhanda, en el centro de Anatolia, más allá de las Montañas de la Plata (el Tauro), y hasta Elam y Anshán. Este fue el primer gran imperio semita de la historia humana. Y fue tan poderoso, y tal fue su influencia, que por siglos de siglos permanecería no solamente su recuerdo, sino su influencia, sobre las culturas y civilizaciones del Próximo Oriente Antiguo. Y más allá.

El título de Rey de las Cuatro Partes de la Tierra, esto es, del universo, de la totalidad, se puede rastrear hasta el Tawantinsuyu, el Imperio kichwa, que oficialmente se llamó Cuatro Partes de la Tierra.

El idioma y la escritura akkadios se convirtieron, después de la confusión de las lenguas en Babel, en el primer intento por establecer una lengua común entre países y Estados diferentes e independientes. La primera lingua franca, el idioma de la diplomacia, fue usado desde la India hasta Etiopía, escrito en caracteres cuneiformes y sobre tablillas de barro cocidas en horno. Es el idioma de la correspondencia de los mercaderes ashshuritas que se establecieron en Anatolia. Es el idioma de los documentos que se han desenterrado en Tell el-Amarna, Egipto. Y se usó tan tarde como en las inscripciones de los monumentos persas, a finales de la era precristiana.

Aparentemente, cuando Abraham el hebreo, obedeciendo al mandato de Yahwéh Elohím cruza el Éufrates y entra en la tierra de Canaán, la que aparentemente hasta su límite con Egipto estaba sometida a Kedorlaomer, rey de Elam y sus aliados mesopotámicos, la lengua y la escritura akkádicas eran usadas y entendidas a través de todo el país. Por lo tanto, no solamente se facilitó la migración de Abraham hacia Canaán por la existencia de un solo y mismo Estado, un Imperio, extendido desde los desiertos y las montañas de Irán hasta el Wadi el-Arish actual, el antiguo Torrente de Egipto, sino que, además, la lengua akkadia era usada en todas partes, entendida y escrita en tablillas cuneiformes.

Obviamente, a estas alturas, ya no es necesario decir que la escritura y la lectura eran ampliamente practicadas a través de todo el Próximo Oriente antiguo. Antaño, los especialistas suponían, basados en ninguna prueba al respecto, que las gentes que habitaban en el Próximo Oriente antiguo, excepción hecha de las elites egipcia y mesopotámica, no tenían escritura, que no la conocían y no la empleaban, y que todo su bagaje cultural, necesariamente, tenía que transmitirse de manera oral, produciéndose no solamente interminables relatos, sino que sumamente erróneos y deformados por el paso del tiempo y la defectuosa transmisión oral, que agrega o quita elementos de distintas y diferentes clases e implicancias, a veces de acuerdo a las dificultades o facilidades de la comunicación entre narrador y oyente.

Las amplias bibliotecas y colecciones de documentos que se han desenterrado en ciudades tales como Ugarit, Alhalha, Arpaddu, Ebla y tantas otras a través del Próximo Oriente antiguo, y los descubrimientos en el área de Sinaí, con una data que ha causado urticaria a muchos especialistas y eruditos en la materia, han estampado un solemne mentís sobre tales declaraciones y opiniones, las que decían que, específicamente en el caso de los hebreos y de los israelitas de los primeros siglos, ellos no conocían la escritura, y que la adoptaron y adaptaron de sus vecinos, particularmente de los cananeos[iii], de los mesopotámicos y de los egipcios. La insistencia en una fecha tardía para la escritura hebrea o judía no tomaba en cuenta a los filisteos, quienes sí escribían, pero eso era a fines del II milenio precristiano, una fecha demasiado temprana para las anticientíficas ponencias de los eruditos y especialistas, quienes, a sangre y fuego, insistían en que se aceptara una fecha tardía para la primera redacción de la Toráh, que ponían en tiempos del rey Josías de Judá, como una invención, una mentira piadosa, elucubración y fraude ideado para dar alguna cohesión al débil Estado que habría logrado unificar este rey judaíta tras la caída de Asiria y durante el período en que se enfrentan Egipto y Babilonia en el Próximo Oriente como potencias en ciernes que se disputan el Levante.

Los demás escritos del Tanákh se suelen establecer durante o después de la Cautividad en Babilonia y durante el período del Imperio persa, asumiéndose que, debido a que parece mencionar incidentes del período de Antíoco IV Epífanes de Siria, el libro de Daniel habría sido escrito tan tarde como en tiempos de los Macabeos.

En general, tales opiniones y ponencias, contrarias a una fecha temprana para la escritura entre los hebreos y los israelitas, obedecen a fundamentalismos insostenibles que únicamente pretenden destruir la confianza en la Biblia como la Palabra de Dios que es. Los principales ataques provienen de los adeptos de la llamada alta crítica, que ha tratado de destruir los relatos bíblicos tachándolos de mitos adoptados y adaptados de algunos similares de origen mesopotámico. En otros casos se habla de anacronismos. No pocas veces se intenta, con un análisis textual digno de mejor causa, decir que hubo diferentes documentos que fueron finalmente refundidos en un solo por un redactor tardío o final. Se habla de contradicciones. Se dice que tal o cual personaje ni siquiera existió. Se pretende que, por ejemplo, Abraham no conoció el camello domesticado y que cuando el relato de Génesis habla de camellos debe leerse asnos… Otros señalan a las longevidades de los patriarcas antediluvianos como muestras de copia de los mitos mesopotámicos que mencionan reyes antediluvianos sumamente longevos. Y, por supuesto, todos dicen que, cuando menos, Adán y Eva son una mentira piadosa. Hoy en día, católicos y protestantes han sucumbido a la alta crítica y al evolucionismo y pretenden expurgar la fe cristiana de esas y otras figuras relacionadas con los orígenes.

El libro de Génesis, como el resto de la Toráh y del Tanákh, contiene información científica, histórica, geográfica, cronológica y genealógica, aparte de los tratos de Dios con la humanidad. Y esa información es correcta, si se la estudia de manera sincera, honrada e imparcial. Y, en primer lugar, muestran que quien se ha creído por milenios que escribió ese registro fue una persona real y que estuvo en los lugares que menciona que estuvo y que fue inspirado por Dios para no cometer errores ni equivocaciones en la información que presenta cuando no ha sido testigo ocular de lo que narra.

Obviamente, la inspiración humana no excluye al elemento humano. Y, si uno se atiene a la forma en que la información está dispuesta en el libro de Génesis, aparentemente Moisés utilizó documentos antiguos, de los que ya se ha hecho mención, y que habrían estado en poder de su familia por siglos desde los tiempos de Noé y de Sem, documentos que después pasaron por las manos de Abraham y de sus descendientes hasta que llegaron a sus propias manos.

Puesto que se ha hecho un repaso general de lo que la ciencia ahora reconoce, en cuanto a que ya existían y se usaban bastante común y extensamente sistemas de escritura al menos a través de todo el Próximo Oriente antiguo, desde los Balkanes hasta la India y desde Anatolia hasta Etiopía, en tiempos bastantes tempranos, y no solamente en las áreas de alta cultura de Mesopotamia y Egipto, es ya hora de tratar de determinar el sistema de escritura que pudo haber utilizado Moisés cuando escribió la Toráh y otros documentos, entre los que se cuentan el libro de Job y al menos algunos de los Salmos.

LA HIPÓTESIS DOCUMENTAL

Como ya se ha dicho anteriormente, un grupo moderno de críticos de la Biblia ha cuestionado que Moisés hubiese escrito o compilado el libro de Génesis, y afirman que el libro tuvo varios escritores, algunos de los cuales vivieron mucho tiempo después del tiempo de Moisés. Aduciendo variaciones de estilo y de léxico, han formulado la llamada hipótesis documental, según la cual el libro se nutrió de tres fuentes principales, que se designan J (Fuente Jahvista o Yahvista, caracterizada por referirse a Dios como Yahwêh), E (Fuente Elohísta, que se refiere a Dios como Elohim[iv]) y P (Fuente Sacerdotal, que se derivaría de una tradición sacerdotal). Como algunos acontecimientos narrados en el actual libro de Génesis parecen estar repetidos o son similares a otros que figuran en el mismo libro, hay quienes van todavía más lejos y creen distinguir hasta catorce fuentes de información distintas, las que, se afirma, sostienen puntos de vista y enfoques teológicos diferentes y que, pese a la amalgama, Génesis guarda cierta coherencia como un todo. Con el objeto de defender su hipótesis, recurren a muchas explicaciones absurdas, algunas de las cuales se mencionan a continuación.

El soporte principal de la hipótesis documental es el empleo de títulos diferentes para referirse a Dios, como ya se adelantó. Según su punto de vista, esto indica que hubo distintos escritores. Sin embargo, lo irrazonable de este criterio se puede demostrar con sólo una pequeña porción de Génesis, en la que figuran los títulos siguientes: “Dios Altísimo” (’El ‘Elyôhn, Génesis 14:18), “Productor de cielo y tierra” (14:19), “Señor [Soberano]” (’Adhonâi, 15:2), “Dios de la vista” (16:3), “Dios Todopoderoso” (’El Šaddâi, 17:1), “Dios” (’Elohîm, 17:3), “Dios verdadero” (ha ’Elohîm, 17:18) y “Juez de toda la tierra” (18:25). Si se intentase aplicar este criterio para atribuir cada una de estas secciones a escritores diferentes, las dificultades que se originarían serían insalvables y se rayaría en lo absurdo. La verdad del caso es que la variedad de títulos que se aplican a Dios en Génesis se emplean debido a su significado y revelan a Yahwêh en sus diferentes atributos, obras y tratos con su pueblo.

Todavía hay otros ejemplos: debido al uso que recibe la palabra barâ’ en Génesis 1:1, se ha dicho que esta sección debió proceder de la llamada fuente P. Sin embargo, la misma palabra se emplea en Génesis 6:7, una sección atribuida siempre a la fuente J. Se ha afirmado que la frase “la tierra de Canaán”, que figura en varios pasajes del texto del libro de Génesis (como, por ejemplo, en Génesis 12:5; 13:12a; 16:3; 17:8), es una peculiaridad de un escritor que pertenece a la fuente P, por lo que los críticos que defienden la hipótesis documental sostienen que esos pasajes los escribió un autor vinculado a esa fuente. Pero la misma expresión aparece en los capítulos 42, 44, 47 y 50, capítulos que los mismos críticos atribuyen a las fuentes J y E. Por consiguiente, hay que reconocer que, aunque los críticos aducen que las aparentes incoherencias del texto sólo se pueden entender tomando en cuenta su hipótesis, un estudio más detenido de sus explicaciones demuestra que la hipótesis documental misma está plagada de incoherencias.

Si las secciones que se atribuyen a cada una de las hipotéticas fuentes del texto se entresacasen parte por parte y oración por oración, y luego se recompusieses, tendríamos meramente un conjunto de narraciones ilógicas e incoherentes. Si aceptásemos que más tarde un compilador las tomó de sus supuestas fuentes y las entremezcló en un solo libro, nos veríamos obligados a creer que esas narraciones, de por sí incoherentes, fueron aceptadas como históricas y utilizadas en Israel durante siglos antes de ser compiladas en un texto único. Pero, ¿qué escritor —en particular, qué historiador— pretendería siquiera hilvanar relatos tan inconexos? E incluso en el caso que lo hiciese, ¿qué nación aceptaría el producto como la historia de su pueblo?

El egiptólogo K. A. Kitchen pone de manifiesto la insensatez de quienes abogan a favor de la llamada hipótesis documental, cuando señala: “En la crítica del Pentateuco se ha tenido por costumbre dividir el todo en documentos separados o ‘manos’. [...] Pero la costumbre de los críticos del Antiguo Testamento de atribuir estas características a ‘manos’ o documentos diferentes cae en el absurdo cuando se aplica a otros documentos orientales antiguos en los que se da un fenómeno muy similar.” Enseguida pone como ejemplo una biografía egipcia. Si se aplicara el mismo método de la hipótesis documental que han seguido los críticos de la Torâh, podría atribuirse a ‘manos’ diferentes, si bien esto no sería posible, pues se ha podido probar que la biografía “fue ideada, compuesta, escrita y grabada en muy pocos meses, semanas o, tal vez, hasta en menos tiempo. Las diferencias de estilo no pueden deberse a la intervención de varias ‘manos’, pues las variaciones de estilo dependen del tema y de su tratamiento.”[v] La propia debilidad de la hipótesis de los críticos refuerza la idea reconocida desde antiguo en cuanto a que fue un solo hombre, Moisés, quien escribió el bien trabado y coherente registro de Génesis bajo inspiración divina.

Acerca de un Relato de la Creación Procedente de Ebla

Existe entre los documentos descubiertos en el sitio de la antigua Ebla un registro de la creación algo parecido al relato de Génesis. El Dr. Clifford Wilson participó en un almuerzo privado para los profesores Matthiae y Pettinato, patrocinado por el profesor Freedman en Ann Arbor, Michigan, EE. UU., antes de una conferencia pública a la que asistieron centenares de personas. Después de muchas preguntas técnicas de los eruditos presentes (cerca de quince), el Dr. Wilson preguntó al profesor Pettinato: “Existe un rumor en cuanto a que ha sido recobrada una nueva tablilla de la creación —¿Es cierto?” Eventualmente el profesor Pettinato reconoció la existencia de tal tablilla, pero que no estaba todavía traducida. Él usó las palabras “Génesis Capítulo 1”, como una breve declaración del contenido de la tablilla.

El Dr. Wilson persistió, preguntando por detalles de la tablilla. Eventualmente, el Dr. Pettinato tomó una hoja de papel y dio una traducción tentativa:

“No había cielo —Lugal lo formó de la nada; No había tierra —Lugal la formó; No había sol —Lugal lo formó; No había luna —Lugal la formó.”

El professor Pettinato explicó que había más, pero no podía ser traducido todavía.

Lugal, que significa Grande, llegó a significar Rey, pero originalmente habría tenido la idea de Dios, el Creador. Posiblemente al principio los eblaítas creyeron en un Ser Supremo, aunque para el tiempo de las tablillas recuperadas de las excavaciones eran reconocidas centenares de divinidades menores.

Posteriormente, el profesor Pettinato publicó una más bien diferente y más elaborada versión del registro de la creación, pero todavía mirando hacia un Gran Ser como el Creador.

Siguiendo a la revelación de esa tablilla de la creación, otros eruditos han presentado una discusión en cuanto a su pertinencia con referencia a la hipótesis documental sobre el relato de Génesis. Como bien se sabe, la llamada hipótesis documental sostiene que el Antiguo Testamento procede de una serie de fuentes escritas de amplia difusión, que aparecieron después del tiempo de Salomón y hasta el tiempo de Esdras, hacia el 500 a. de J.C.

Un erudito preguntó al profesor Pettinato: “¿Está usted diciendo que existe una tradición oral del primer milenio en un documento escrito del tercer milenio?” El profesor Pettinato contestó: “Eso es lo que estoy diciendo.”

La hipótesis documental sostiene que el registro de la creación vino al canon (el registro reconocido) de la Escritura como parte de un pretendido documento P (sacerdotal), solamente en los días de Esdras (el “primer milenio”, previamente considerado por los eruditos liberales apenas como “una tradición oral”.). La referencia a “un documento escrito del tercer milenio” es a la tablilla de Ebla de la creación, la que se ha dicho que data de antes del 2000 a. de J.C.

“¡Allí nunca hubo un Documento P!”

Después de alguna discusión, uno de aquellos principales eruditos del mundo mostró verdadera honradez al declarar: “¿Sabe lo que yo pienso? ¡Allí nunca hubo un documento P!” Él estaba en lo cierto. Aún otro dardo había sido dirigido hacia la inaceptable hipótesis documental que niega la evidencia interna del propio Antiguo Testamento, ya que los documentos del Antiguo Testamento habían sido escritos contra los antecedentes de tiempo que ella sostiene.

Debe agregarse, a manera de explicación necesaria, que existe una buena evidencia arqueológica que sugiere que los registros de Génesis fueron puestos por escrito mucho antes del tiempo de Moisés. Parece ser que tales documentos fueron escritos sobre tablillas de arcilla, ya que la expresión “Estas son las generaciones de” serían un colofón que cerraba cada tablilla a la muerte de alguien cuya historia acababa de relatarse. Las tablillas de arcilla se habrían traspasado de padre a hijo, hasta que eventualmente llegaron a manos de Moisés, quien las recopiló en el registro actualmente conocido como el libro de Génesis. Lo antes dicho, sin embargo, no quiere decir que Dios no hubiera inspirado a Moisés por medio de su Espíritu para que escribiera correctamente, sin errores.

A pesar de las negativas sobre el relato de la creación, este registro de hechos del Dr. Clifford Wilson señala a uno de los más importantes aspectos de los hallazgos efectuados en Ebla.

“Ni una palabra” Retractada

Algún tiempo después, el profesor Freedman deliberando en un conferencia acerca de los hallazgos en Ebla a una gran audiencia en la universidad Monash, en Melbourne, Australia. El presidente públicamente constató que habría “retractaciones” por parte del profesor Freedman esa noche. La conferencia se dio, y no hubo ninguna retractación.

El Dr. Clifford Wilson había estado en la facultad de la universidad Monash por muchos años. Esa noche, después de la conferencia, privadamente preguntó al Dr. Freedman: “¿De cuánto se retracta usted?” La respuesta se dio sin vacilación alguna:

“De ninguna palabra.”

Hay tratados y pactos algo parecidos a aquellos registrados en Éxodo, y para la protección de la sociedad había leyes que señalaban hacia el concepto de justicia que es tan destacado en el libro de Éxodo.

Había también sacrificios rituales mucho antes del tiempo del libro de Levítico, y antes de aquellos de los cananeos, de quienes algunos críticos sostienen que los hebreos los copiaron.

Había profetas proclamando su mensaje mucho antes que los nevi’im (profetas) del Antiguo Testamento, aunque la superioridad del Antiguo Testamento en los dominios de la ética y la moralidad, así como los valores espirituales, permanecen incontestados. Los registros del Antiguo Testamento tienen ese algo indefinible que los hace diferentes. Metafóricamente, ellos llevan dentro de sí la impronta del dedo de Dios.

La historia únicamente sólo ha comenzado, y habrá otros ecos desde Ebla para las generaciones por venir. Pienso que los hallazgos que todavía se están haciendo en Ebla consistentemente apoyan a la Biblia como un registro completamente aceptable, histórico. Para mí, en lo personal, es mucho más que un maravilloso texto de historia. Es la Palabra de Verdad de Dios, Su revelación de sí mismo.

La evidencia suministrada por los registros de Ebla es muy importante. A pesar de la obvia oposición de algunos eruditos y de las coerciones ejercidas por el gobierno sirio debido a las implicancias religiosas de los documentos descubiertos, la evidencia que proviene de Ebla apoya la honradez de las Escrituras del Antiguo Testamento en varios puntos. Eso no es sorprendente en realidad. El más grande erudito que jamás haya existido sobre la Tierra declaró: Tu palabra es la verdad. (Juan 17:17.).[vi]

LOS ANTECEDENTES Y EL TRASFONDO DE LA HIPÓTESIS DE LA RECOPILACIÓN

Hay quienes, basados en no poca evidencia interna del libro de Génesis, sostienen que el contenido histórico del libro, principalmente en lo que se refiere a los primeros once capítulos actuales, provienen de fuentes escritas antiguas, anteriores al tiempo de Moisés, desde donde se extrajo si no toda al menos buena parte de la información. Esta información vendría originalmente registrada sobre tablillas de piedra o de arcilla, conservadas como parte de la herencia familiar por los patriarcas. Tales escritos, sin embargo, es necesario tener presente, no eran deudores de la tradición religiosa mesopotámica sumeria y akkadia. Eran registros independientes. No puede decirse que los tales registros hayan sido inspirados por Dios, infalibles, libres de errores sin tener evidencia de ello. Sin embargo, cuando Moisés los utilizó, caso de haber sido así, el Espíritu de Dios sí se aseguró de que toda la información que tomó de dichos registros fuera correcta desde todo punto de vista, asegurando de este modo que no hubiera errores. Esta opinión es aceptada al menos parcialmente en estas páginas.[vii]

Una cuidadosa consideración del libro de Génesis puede conducir al lector a una sola conclusión, que el libro está constituido por varios diferentes y antiguos registros históricos que han puesto juntos dando forma a una totalidad sin destruir totalmente las diferencias entre ellos.

Un buen ejemplo de esto se puede encontrar en el capítulo 14. Este capítulo es tan distintivo y tan diferente del resto del libro que claramente tiene su propia identidad y naturaleza. Comienza colocando la acción “en los días de Amraphel, rey de Shinar, Arioch, rey de Elasar, Chêdorlaomer, rey de Elá, y Tidal, rey de naciones” (Génesis 14:1; Versión Reina-Valera de 1909), que es único en Génesis. Llama a Abrán (nombre que después Dios le cambió a Abrahán) “el hebreo”, que es la única referencia a Abrán como “el hebreo”, que sugiere que era conocido o llamado de este modo por alguien fuera del clan, o que se le designa de este modo para distinguir a Abrahán de los extraños. Y da la total impresión de ser puesto de este modo de una manera oficial.

Nuevamente, el capítulo 23 es una pequeña perla de belleza que describe un suceso muy personal, la compra de tierra por Abrahán en la tierra de Canaán, la que se describe según los antiguos pactos hititas típicos, y nuevamente da la impresión de ser un registro dentro de un registro.

No es accidental que ambos relatos registran los sucesos en que se firma un pacto, convenio (la promesa hecha entre dos o más personas o los grupos y que comprometen a ambas partes) o contrato (como comúnmente se le llamaría en la actualidad, aunque la idea de pacto acentúa el elemento personal que en su mayor parte está ausente en un contrato) entre Abrahán y extraños, en el caso del rey Melquisedec y de otro lado en el del hitita Efrón. Aquí claramente se tienen los registros reales de pactos hechos entre Abrahán y personas que vivían en la tierra de Canaán.

También puede considerarse la diferencia entre la grandeza y la forma poética (aunque no sea poesía pura) del relato de la creación registrado en Génesis 1:1-2:4, comparado con otros relatos o historias. Esto muy probablemente alguna vez fue un relato separado y propio en sí mismo, posiblemente siendo leído a principios del nuevo año como un recordatorio de la fidelidad de Dios y de las provisiones que Él ha hecho para el hombre, o bien puede haberse escrito como una introducción a los registros siguientes cuando ellos se recopilaron en lo que ahora son los primeros once capítulos del libro de Génesis.

De esta manera se tiene la evidencia de ambos diversos tipos de registros que se han reunido en el libro de Génesis, y de indicios claros que los sucesos alguna vez se registraron sobre tablillas de barro o de piedra.

Otro fenómeno de la primera parte de Génesis debe atraer la atención, ya que está en la raíz de la importancia de estos capítulos, y es que cada sección se construye alrededor de alguna forma de convenio o declaración. Esto aplica continuamente hasta el tiempo de Jacob, cuando comienza una historia más expansiva. La razón por lo tanto que ellos se pusieran por escrito radica en el mismo hecho. Evidenciaron el pacto suscrito y recordaban a las personas lo que les concernía de las promesas específicamente incluidas.

Seguramente que no carece de importancia el que para el tiempo de Jacob ese papiro[viii] llegó a estar disponible para la escritura de los registros relacionados con la posición de José en Egipto, haciéndose de este modo más fácil la escritura y conservación de registros. Y cuando Jacob llegó a tener un carácter histórico importante como padre del vizir de Egipto por derecho propio, en una corte donde la escritura era mucho más común, la historia de Jacob se miraría como importante por sí misma, simplemente debido a que él era el padre de José.

Debe recordarse que en esos antiguos días la escritura de historia probablemente no era un aspecto común de la vida entre las pequeñas tribus semi nómadas, aunque tampoco lo era entre los grupos más grandes. Los materiales de escritura eran comúnmente abultados, y mucha, aunque no toda, historia se pasaría mediante tradición oral de generación en generación, y transmitida muy precisamente, ya que los antiguos tuvieron memorias lejos mucho mejores para tales cosas de las que se tiene en la actualidad debido a la práctica constante. Sin embargo, lo que se registró por escrito fueron los pactos, y las teofanías (apariciones de Dios), como evidencia necesaria del pacto o convenio, los sucesos que dieron origen al pacto, ya que se veían como una parte importante del cuadro entero.

Así, pues, la primera parte del libro de Génesis, el primer libro de la Toráh, bien podría llamarse el libro de los pactos, debido a la importancia que ellos tienen. Estos registros se hicieron por escrito y se consideraron testimonio y seguridad de lo que contenían, simplemente porque ellos eran la evidencia de los pactos hechos, y en gran parte los pactos fueron hechos entre Dios y un hombre. Como tales posteriormente fueron sagrados, y bien pudieron haber sido leídos en voz alta en tiempos especiales a lo largo del año, tales como Año Nuevo y la Cosecha.

Ningún inventor o contador de historias posterior habría pensado en restringirse a sí mismo a relatar simplemente tales sucesos, y esto puede dar la confianza que el libro de Génesis está basado en registros genuinos muy antiguos que registraban los sucesos tal como tuvieron lugar para cuando llegó a ser posible registrarlos. La invención de la escritura, de paso, ocurrió muy temprano en la historia humana. No hubo que esperar a que alguna vez, en un tiempo muy posterior, alguien inventara la escritura y finalmente el invento se hiciera disponible, siglos o milenios después, para que los pactos fueran registrados.

Esto también ayuda a explicar por qué se tienen brechas en la vida de Abrahán y por qué Isaac es tratado con tal escasez. Cuando no había alguna teofanía o pactos importantes no se producían registros escritos, y es seguro que no se hizo ningún esfuerzo importante para incorporar alguna tradición oral en alguna medida importante. Puede dar confianza, igualmente desde el punto de vista humano, que lo que se ha registrado es confiable y no ha sido sometido a cambios importantes a lo largo de los siglos. Muy ocasionalmente se registró un trozo de información explicativa, o se hizo un cambio que sostiene el sello de haber sido agregado en una fecha tardía como una actualización de información hecha por un escriba (un aspecto común de los registros antiguos), pero ambas adiciones son raras y obvias.

En algunas etapas, por supuesto, alguien tomó los registros y los puso juntos como se tienen en la actualidad, y se elaboraron conexiones entre dichos relatos, pero esos fueron ajustes menores. Podría ponerse el caso de Abrahán, temeroso de Dios, bien educado y un astuto hombre de negocios, y decirse que bien pudo haber sido quien reunió todo el material histórico que actualmente conforma los primeros once capítulos de Génesis, que claramente, según algunos, tiene elementos mediterráneos. Bien puede haber sido la lectura de las antiguas tablillas familiares de Ur que lo prepararían para la llamada de Dios. En tanto, el resto de Génesis pudo fácilmente haber sido incorporado a ese relato original temprano en el tiempo de José, cuando la historia pasada de los antepasados de tan importante personaje se consideraría de tal relevancia que debía registrarse sobre papiro.

En tanto, Moisés, en una fecha posterior, tradicionalmente es visto como quien registró la mayor parte del Pentateuco o Torâh, con la excepción, quizá, del informe de su muerte y los otros pequeños ajustes que eran necesarios, como el tiempo transcurrido. Moisés usó, pues, un material existente desde antes de su tiempo para preparar lo que ahora es el libro de Génesis.

LOS DOCUMENTOS QUE MOISÉS HABRÍA TENIDO A LA VISTA

Yahwêh ’Elohîm es el Autor de la Biblia, pero él inspiró a Moisés para que compilara y escribiera la totalidad de la Torâh o Pentateuco, así como de otros documentos actualmente presentes en la Biblia. Cuando se dice que Moisés compiló es debido a que evidentemente Moisés poseyó documentos escritos conservados por sus antepasados como registros valiosos y muy preciados de los orígenes de la humanidad y del universo. En las Escrituras se hace referencia a once de estos escritos utilizando la palabra hebrea tidlit[ix], twdlwt, t/dl]/t, tohledhôhth, que la Septuaginta traduce como genevsew", guenéseos, esto es, orígenes. Según el eminente escriturario Gesenio, t/dl]/t, tohledhôhth, significa historia.

La frase hebrea 'êlleh tholedhoth[x], Estas generaciones de[xi], se traduce en la Septuaginta como háute he bíblos guenéseos, “Este es el libro de origen (fuente)” y en la Vulgata se lee Istae generationes, “Estas son las generaciones”, de donde provienen las modernas traducciones españolas, como, por ejemplo, “Estos son los orígenes”[xii]. En este pasaje, la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras—Con Referencias, edición revisada de 1987 traduce, siguiendo el significado básico primario del texto hebreo, “Esta es una historia”. Una nota al pie de la página en esta versión explica: “O: ‘Estos son los orígenes históricos’ [...] ‘Estos son los engendramientos’.”[xiii] La versión Regina traduce “Éste es el origen”. En la traducción al inglés de la Jewish Publication Society, se ha traducido como “Estas son las generaciones”, pero que se entiende que significa “Estos son los orígenes [históricos]”, o bien, siguiendo el sentido de la Septuaginta, “Este es el libro de los orígenes [históricos]” o “Este es el libro de la historia”.

Toda la información contenida en el libro de Génesis narra acontecimientos que ocurrieron antes del nacimiento de Moisés, el escritor reconocido del libro. Bien pudo ser que Moisés haya recibido directamente la información que registró en este libro por revelación divina. Es obvio que alguien tenía que recibir de esa manera todos los datos relacionados con lo que sucedió antes de la creación del hombre, ya fuera Moisés o alguien anterior a él. (Génesis 1:1-27; 2:7, 8.). Sin embargo, tanto esta información como la restante pudo haberle llegado a Moisés por tradición oral. Debido a la longevidad de los hombres de aquel tiempo, la transmisión pudo haberse efectuado desde Adán hasta Moisés mediante únicamente cinco personas: Matusalén, Sem, Isaac, Leví y Amram. Una tercera posibilidad es que Moisés obtuviese mucha de la información que utilizó para escribir Génesis de documentos o escritos ya existentes. Ya en el siglo XVIII el docto holandés Campegius (Kempe) Vitringa sostuvo este mismo punto de vista, apoyándose en el hecho de que en el texto de Génesis aparecen unas diez veces las palabras hebreas 'êlleh tholedhôhth, traducidas como “estas son las generaciones de” (Versión Moderna), y una vez “este es el libro de las generaciones de”. Génesis 2:4; 5:1; 6:9; 10:1; 11:10, 27; 25:12, 19; 36:1, 9; 37:2.). La palabra hebrea que se suele todavía traducir por “generaciones”, tholedhôhth, se traduciría mejor por “historia” u “orígenes”. Así, por ejemplo, no parece propio hablar de las “generaciones de los cielos y la tierra”, pero sí de la “historia de los cielos y la tierra”. (Génesis 2:4.). Por eso es que varias traducciones modernas emplean la palabra “historia”, al menos en algunos de los versículos señalados. En cualquier caso, no cabe duda en cuanto a que así como el hombre moderno está interesado en conservar un registro histórico exacto de los acontecimientos, así también lo estuvo desde un principio.

Apoyándose en las razones expuestas, tanto Vitringa como otros estudiosos posteriores han entendido que cada vez que en el texto de Génesis se emplea la palabra tholedhôhth, se hace referencia a documentos escritos diferentes que obraban en poder de Moisés y en los que se basó para escribir gran parte del libro de Génesis. Han entendido que los nombres a los que se refiere la expresión historia de (Adán, Noé, los hijos de Noé, Sem, Taré, Ismael, Isaac, Esaú y Jacob) fueron los autores del documento o bien sus depositarios. Claro que esta explicación deja sin aclarar cómo fue que estos documentos llegaron a manos de Moisés y por qué tuvo que valerse de información que provenía de hombres que no se distinguieron como adoradores fieles de Yahwêh ’Elohîm (como Ismael y Esaú) para escribir una buena parte del libro. Por otra parte, es probable que la expresión hebrea 'êlleh tholedhôhth, “estas son las generaciones de” o “esta es la historia de” sea tan solo una frase introductoria para dividir convenientemente en secciones un relato que en su conjunto resulta largo. Mateo hace un uso similar de este recurso en su Evangelio. (Mateo 1:1.).

Por lo tanto, se ha dicho, cada vez que aparecen las palabras hebreas 'êlleh tholedhôhth, en el texto hebreo, debe entenderse que el texto que antecede es un relato completo, que se ha compilado de una fuente actualmente desconocida.

Sin embargo, no se pueden ofrecer conclusiones categóricas respecto a las fuentes de información que Moisés tuvo a su alcance. En lugar de suponer que fue sólo por una de las tres vías comentadas, cabe pensar que la información pudo haber llegado por las tres: revelación directa, transmisión oral y documentos escritos. Lo realmente importante es que Yahwêh ’Elohîm guió al profeta Moisés de manera que escribiera por inspiración divina. (2 Pedro 1:21.).

El contenido de la Toráh tenía que servir de guía inspirada para las generaciones futuras. Había que leerlo con regularidad al pueblo (Deuteronomio 31:10-12; 2 Reyes 23:2, 3; Nehemías 8:2, 3, 18), y los reyes de Israel tenían que seguir sus instrucciones. (Deuteronomio 17:18, 19.).

Pueden identificarse once tholedhôhth, esto es, historias o relatos que se usaron para conformar el relato del actual libro de Génesis, escritos que seguramente, al menos al principio, se cree que se grabaron en tablillas, y que, debido a ello, se suele citar como “Tablillas”. Cada tablilla termina con un colofón o conclusión que muestra el nombre del escritor o del dueño original del documento citado. Es, dicen sus proponentes, una especie de nota bibliográfica que ya en la Antigüedad sirvió para identificar la procedencia de lo citado, transcrito, sintetizado o tenido a la vista para componer el texto original del libro. Obviamente, el Espíritu de Dios aseguraría que lo que Moisés escribió, ya fuera usando tales documentos antiguos o usando de la tradición familiar, fuera precisamente lo correcto, lo verdadero y cierto y lo que Dios mismo quería que se escribiera, de manera que se registrara correctamente esta porción de las Escrituras. (Éxodo 6:16, 18, 20; Números 26:59.).

Las once tablillas que se suelen identificar son:

TABLILLA I
LA HISTORIA DE LOS CIELOS Y LA TIERRA
Génesis 1:1-2:4a

TABLILLA II
LA HISTORIA DE ADÁN
Génesis 2:4b-5:1a

TABLILLA III
LA HISTORIA DE NOÉ
Génesis 5:1a-6:9a

TABLILLA IV
LA HISTORIA DEL DILUVIO
Génesis 6:9b-10:1

TABLILLA V
LA HISTORIA DE SEM: LA HUMANIDAD POSTDILUVIANA TEMPRANA
Génesis 10:1b-11:10a

TABLILLA VI
LA HISTORIA DE TARÊH
Génesis 11:10b-11:27a

TABLILLA VII
LA HISTORIA DE ISMAEL EL HIJO DE ABRAHÁN
Génesis 11:27b-25:12

TABLILLA VIII
LA HISTORIA DE ISAAC EL HIJO DE ABRAHAM
Génesis 25:13-25:19a

TABLILLA IX
LA HISTORIA DE ESAÚ, ES DECIR EDOM
Génesis 25:19b-36:1

TABLILLA X
LA HISTORIA DE ESAÚ EL PADRE DE EDOM
Génesis 36:2-9

TABLILLA XI
LA HISTORIA DE JACOB
Génesis 36:10-37:2a

En el resumen anterior se hace referencia a esos documentos a los que Moisés habría tenido acceso mediante la fórmula “Tablilla”, aunque bien se podría decir “Documento”, ya que hace referencia a una fuente documental y, además, es probable que, al menos en los últimos tiempos cubiertos por Génesis y bajo la influencia egipcia, se halla registrado los documentos sobre papiro. El título de la historia se toma de las palabras del colofón. Asimismo, se ha indicado el pasaje actual de Génesis involucrado.

Algunos estudiosos, sin embargo, han indicado que debe revisarse el criterio adoptado para identificar las tablillas o documentos de que habría usado Moisés, o a los que habría consultado o tenido a la vista cuando escribió su relato inspirado de Génesis. No debe perderse de vista el hecho de que la inspiración no excluye al elemento humano a priori, pero sí se asegura de que la iniciativa humana no yerre ni cometa equívocos. Moisés pudo haber usado de once o más documentos o tablillas, registros mayormente familiares y, por lo tanto, genealógicos, para presentar un relato coherente, bien desarrollado, históricamente —para sus contemporáneos— correcto y absolutamente comprobable. Obviamente, los criterios para definir lo que es la historia y cómo debe presentarse, es algo que ha variado desde el tiempo en que Moisés escribió la Toráh hasta el tiempo presente, cuando se considera que el relato histórico debe obedecer a tales o cuales criterios. Por lo demás, debe entenderse que aunque Moisés hubiera presentado todas las pruebas históricas existentes en esos momentos, y hubiera dado todas las indicaciones geográficas en versículo tras versículo, y aunque hubiera apelado a los monumentos de Egipto y de Mesopotamia, y aun a los de China, América, Europa, África y Asia de todos los tiempos, todavía así hoy en día no se le aceptaría, porque no toda la prueba arqueológica existente en la actualidad es evaluada de la misma manera y, asimismo, no existe manera ni forma de que algún científico aceptara en su totalidad la prueba mosaica solamente por mencionar monumentos y personajes históricos. Todavía el científico actual exigiría la prueba final de haber estado allí para certificar la veracidad de los hechos, si tales hechos no se ajustan a su personal y particular modo de ver las cosas, a su teoría de cómo las cosas debieron haber ocurrido, y de qué manera. Por ejemplo, cuando Moisés relata el éxodo desde Egipto, da los nombres de ciudades egipcias que estaban relacionadas con ese hecho. Pero hasta el día de hoy los estudiosos y arqueólogos no se ponen de acuerdo sobre exactamente cuáles eran esas ciudades. Es más, basados solamente en el nombre de esas ciudades, dudan que alguna vez hayan existido o que hayan sido edificadas antes del éxodo. En general, los científicos dudan de la veracidad del relato mosaico debido a que niegan la existencia de un Dios verdadero, interviniente en la historia humana, y que ha creado el universo. Para el mundo científico es básico partir de la idea de la evolución y dejar de lado todo lo que tenga que ver o diga relación con Dios. De ese modo, no existieron Adán y Eva y, por lo tanto, no hubo pecado original; Adán y Eva no fueron expulsados del Edén y, entonces, no hubo necesidad siquiera de que Jesucristo naciera y menos todavía de que tuviera que morir en la cruz como sacrificio por el pecado adámico. Y si tal es el caso, vana es la esperanza de los cristianos, sean quienes sean y estén donde estén, porque su fe y su esperanza se basa en una falacia, en una irrealidad, por decir lo menos y lo más elegantemente posible.

Las Once Tablillas de Génesis

Algunas de las historias que se han indicado, por su extensión, pueden subdividirse, de acuerdo a eventos principales, de esta manera:

TABLILLA I
LA HISTORIA DE LOS CIELOS Y LA TIERRA
Génesis 1:1-2:4a

i. LOS ORÍGENES Génesis 1:1

ii LA PREPARACIÓN DE LA TIERRA Génesis 1:2-19

iii LA CREACIÓN ANIMAL Génesis 1:20-25

iv LA CREACIÓN DEL HOMBRE Génesis 1:26-31

v EL SÉPTIMO DÍA Génesis 2:1-4a

TABLILLA II
LA HISTORIA DE ADÁN
Génesis 2:4b-5:1a

i LA CREACIÓN DE ADÁN Y DE EVA Génesis 2:4b-25

ii LA CAÍDA Génesis 3:1-24

iii CAÍN Y ABEL Génesis 4:1-15

iv LA DESCENDENCIA DE CAÍN Génesis 4:16-5:1a

TABLILLA III
LA HISTORIA DE NOÉ
Génesis 5:1a-6:9a

i LA DESCENDENCIA DE SET Génesis 5:1b-32

ii LOS NEFILIM Génesis 6:1-9a

TABLILLA IV
LA HISTORIA DEL DILUVIO
Génesis 6:9b-10:1

i LOS HIJOS DE NOÉ Génesis 6:9b, 10

ii LA MALDAD DE LA GENERACIÓN DE NOÉ Génesis 6:11, 12

iii LA CONSTRUCCIÓN DEL ARCA Génesis 6:13-22

iv EL DILUVIO Génesis 7:1-8:22

v EL PACTO NOÉTICO Génesis 9:1-17

vi SUCESOS POSTERIORES Génesis 9:18-29

TABLILLA V
LA HISTORIA DE SEM: LA HUMANIDAD POSTDILUVIANA TEMPRANA
Génesis 10:1b-11:10a

i LOS DESCENDIENTES DE NOÉ Génesis 10:1, 32

ii LOS DESCENDIENTES DE JAFET Génesis 10:2-5

iii LOS DESCENDIENTES DE CAM Génesis 10:6-20

iv LOS DESCENDIENTES DE SEM Génesis 10:21-31

v LA TORRE DE BABEL Génesis 11:1-10a

TABLILLA VI
LA HISTORIA DE TARÊH
Génesis 11:10b-27a

Seguramente que Taré, como padre de Abrahán, y como el que inició la migración que finalmente llevó a los hebreos del clan de Abrahán a la tierra de Canaán, fue un personaje importante, pero no solamente por haber sido el que inició ese proceso. De todos modos, su nombre aparece mencionado en las tablillas descubiertas en el Archivo Real de Mari (poderosa ciudad del Éufrates medio, que fue capital de un extenso y también poderoso reino), como el nombre de una ciudad en la zona de la Alta Mesopotamia, en la zona densamente urbanizada del Haburu (el Khabor actual), donde existieron otras ciudades que recuerdan los nombres de patriarcas descendientes de Sem y antepasados de Abraham.

i LOS ANTEPASADOS DE TARÉ Génesis 11:10b-27a

TABLILLA VII
LA HISTORIA DE ISMAEL EL HIJO DE ABRAHAM
Génesis 11:27b-25:12

Es interesante notar que este documento lleve el nombre de Ismael, el hijo de Abrahán por medio de la esclava egipcia Agar. Seguramente por el hecho de ser el hijo mayor de Abraham pudo haber sido el depositario de los documentos ancestrales, o bien pudo haberlos reclamado a la muerte de su padre, si bien el o los documentos que forman esta historia debieron haber pertenecido, en derecho, a Isaac.

i LOS DESCENDIENTES DE TARÉ Génesis 11:27b-32.

ii ABRAHAM SE TRASLADA A LA TIERRA DE CANAÁN Génesis 12:1-9

iii ABRAHAM EN EGIPTO Génesis 12:10-20

iv ABRAHAM Y LOT SE SEPARAN Génesis 13:1-18

v LA CAMPAÑA DE LOS REYES ORIENTALES Génesis 14:1-16

vi MELQUISEDEC BENDICE A ABRAHAM Génesis 14:17-24

vii EL PACTO ABRAHÁMICO Génesis 15:1-21

viii AGAR E ISMAEL Génesis 16:1-16

ix EL PACTO DE LA CIRCUNCISIÓN Génesis 17:1-27

x DIOS VISITA A ABRAHAM Génesis 18:1-15

xi LA DESTRUCCIÓN DE LAS CIUDADES DE LA LLANURA Génesis 18:16-19:29

xii LOS ORÍGENES DE LOS AMONITAS Y LOS MOABITAS Génesis 19:30-38

xiii ABRAHAM EN TERRITORIO FILISTEO Génesis 20:1-18

xiv EL NACIMIENTO DE ISAAC Génesis 21:1-7

xv AGAR E ISMAEL EXPULSADOS DEL CAMPAMENTO DE ABRAHAM Génesis 21:8-21.

xvi EL PACTO ENTRE ABRAHAM Y ABIMELEC Génesis 21:22-34

xvii EL SACRIFICIO DE ISAAC Génesis 22:1-19

xviii LOS DESCENDIENTES DE NACOR Génesis 22:20-24

xix MUERTE Y SEPULTURA DE SARA Génesis 23:1-20

xx CASAMIENTO DE ISAAC Génesis 24:1-67

xxi LOS DESCENDIENTES DE ABRAHAM Y QETURÂH Génesis 25:1-6

xxii LA MUERTE DE ABRAHAM Génesis 25:7-12

TABLILLA VIII
LA HISTORIA DE ISAAC EL HIJO DE ABRAHAM
Génesis 25:13-19a

i LOS DESCENDIENTES DE ISMAEL Génesis 25:13-19a

TABLILLA IX
LA HISTORIA DE ESAÚ, ES DECIR EDOM
Génesis 25:19b-36:1

Pudiera ser que, de nuevo, debido a que Esaú era el hijo mayor, obtuvo los registros familiares a la muerte de su padre, o bien los reclamó en ese momento. En estos registros familiares se narra mayormente la historia de Jacob, sus diferencias con su hermano Esaú, su separación y su reencuentro.

i EL NACIMIENTO DE JACOB Y ESAÚ Génesis 25:19b-26

ii ESAÚ VENDE SU PRIMOGENITURA Génesis 25:27-34

iii ISAAC Y SU FAMILIA EN FILISTEA Génesis 26:1-22

iv ISAAC Y SU CLAN EN BEERSEBA Génesis 26:23-34

v JACON OBTIENE LA BENDICIÓN DE ISAAC Génesis 27:1-40

vi JACOB HUYE A PADÁN-ARAM Génesis 27:41-29:14

vii JACOB EN PADÁN-ARAM Génesis 29:15-31:16

viii JACOB VUELVE A LA TIERRA DE CANAÁN Génesis 31:17-32:32

ix LA RECONCILIACIÓN DE JACOB Y ESAÚ Génesis 33:1-17

x JACOB EN CANAÁN Génesis 33:18-35:26

xi LA MUERTE DE ISAAC Génesis 35:27-29

xii COLOFÓN Génesis 36:1

TABLILLA X
LA HISTORIA DE ESAÚ EL PADRE DE EDOM
Génesis 36:2-9

i LA DESCENDENCIA DE ESAÚ Génesis 36:2-9

TABLILLA XI
LA HISTORIA DE JACOB
Génesis 36:10-37:2a

Esta historia de Jacob contiene elementos ajenos a su clan, pero que son importantes para entender el desarrollo de la historia de Israel en esos tiempos.

i LOS JEQUES EDOMITAS Génesis 36:10-19

ii LOS JEQUES SEIRITAS Génesis 36:20-30

iii LOS REYES EDOMITAS Génesis 36:31-43
iv COLOFÓN Génesis 37:1-2a

A partir de Génesis 37:2b ya no se hace referencia directa a documentos de la clase anteriormente mencionada, y parece ser que la información se conservó por medio de registros en papiros que los israelitas, especialmente los cabezas de familias, conservaron celosamente, como registros valiosos y fidedignos de su historia reciente. Además, debió desarrollarse una rica tradición oral familiar que fue conservando la información de que más tarde Moisés se serviría para componer lo que ahora es el libro de Génesis. De todos modos, y en cualquier caso, el Espíritu de Dios se aseguró que la información que se registró fuera verdadera, verídica y confiable, fuera que proviniera de documentos escritos o de tradición oral.

El material restante de Génesis, desde 37:2b en adelante, puede arreglarse de la siguiente manera:

i JOSÉ ES VENDIDO POR SUS HERMANOS Génesis 37:2b-36

ii JUDÁ Y TAMAR Génesis 38:1-30

iii PRIMER PERÍODO DE LA VIDA DE JOSÉ EN EGIPTO Génesis 39:1-41:36

iv JOSÉ VIRREY DE EGIPTO Génesis 41:37-57

v LOS HEBREOS EN EGIPTO Génesis 42:1-50:26


PROPUESTA DE REVISIÓN
DE LAS TABLILLAS O DOCUMENTOS DEL GÉNESIS

Puesto que en ciertos documentos o tablillas se registra información que no parece pertenecer al dueño de la misma, de acuerdo al arreglo de colofones propuesto originalmente, se ha sugerido que el sistema documental fue citado de manera diferente por Moisés. En ciertos lugares y en ciertas etapas del relato, no usó de documentos previos y toda la información provendría de la inspiración divina. Es posible que la información original se haya extraviado o perdido o pasado a otras manos, desde donde nunca se pudo rescatar ni obtener una copia. Así, el registro histórico de Adán comenzaría con Génesis 2:4: “Estos son los orígenes de los cielos y de la tierra cuando fueron criados, el día que Jehová Dios hizo la tierra y los cielos, 5 Y toda planta del campo antes que fuese en la tierra, y toda hierba del campo antes que naciese: porque aun no había Jehová Dios hecho llover sobre la tierra, ni había hombre para que labrase la tierra; 6 Mas subía de la tierra un vapor, que regaba toda la faz de la tierra. 7 Formó, pues, Jehová Dios al hombre del polvo de la tierra, y alentó en su nariz soplo de vida; y fué el hombre en alma viviente. 8 Y había Jehová Dios plantado un huerto en Edén al oriente, y puso allí al hombre que había formado. 9 Y había Jehová Dios hecho nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer.” (Génesis 2:4-9; Versión Reina-Valera de 1909.). Por lo tanto, el registro original de que se valió Moisés para el relato de los orígenes habría sido un registro escrito por Adán mismo, con toda seguridad, y que comenzaba afirmando que Yahwéh Elohím hizo los cielos y la tierra para continuar con el hecho de que formó, pues, Yahwéh Elohím al hombre del polvo de la tierra, y alentó en su nariz soplo de vida; y el hombre llegó a ser un alma viviente. Estas dos afirmaciones son esenciales para la fe: Dios creó al universo; Dios creó al hombre. El universo no es producto del acaso; el hombre no ha evolucionado desde los seres inferiores: fue Yahwéh quien lo hizo tal, formándolo de los elementos naturales que existen en el polvo del suelo, pero insuflándole el aliento de vida para que llegara a ser un alma viviente, una criatura viva. Enseguida, Dios colocó al hombre que había creado en un jardín, dándole una asignación, el cuidarlo, y proporcionándole alimento.

Probablemente debido a que el registro familiar que se conservaba hasta el tiempo de Moisés comenzaba con este registro, hubo necesidad de que la revelación proporcionara un relato más extenso de los orígenes. Y ese es el relato que va de Génesis 1:1 a Génesis 2:3, el que concluye con una declaración que proporciona el nexo con el relato que sigue: “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto. Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos. 2Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. 3Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación.” (Génesis 1:31-2:3; Versión Reina-Valera Revisada de 1960.).

Una de las cosas que resalta aquí es que no se dice del día séptimo algo así como y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno. El día séptimo permanece sin conclusión.

El relato de Génesis 1:1-2:3, como bien se puede ver, está directamente relacionado con el de Génesis 2:4-25. Pero es más detallado. En efecto, así como Génesis 1:2-2:3 es una ampliación del relato de Génesis 1:1, así el de 2:4-25 lo es del de Génesis 1:2-2:3.

En efecto, en Génesis 1:1 se afirma brevemente: “En el principio Dios creó los cielos y la tierra.” Esta frase dice todo lo que es necesario saber: que en el principio, o al principio, de los tiempos, desde nuestro punto de vista, Dios creó al universo todo, es decir, los cielos y la tierra. Pero comenzando desde Génesis 1:2, el relato se refiere a la preparación del planeta Tierra para ser morada del hombre, todo lo cual ocurre en seis períodos o días, de duración no exactamente declarada, pero que puede inferirse por el relato bíblico. En efecto, de las afirmaciones que se hacen en antiguos escritos cristianos y judíos de unos dos mil años atrás, como, por ejemplo, la Epístola de Bernabé, se puede entender que la historia humana ha de abarcar un período de seis mil años, que son seguidos por mil años del reinado de Cristo sobre la Tierra. Esto da un total de siete mil años para el séptimo día no concluido de Génesis 2:2, 3; Hebreos 3:7-4:11. Eso significaría que los anteriores seis días de la preparación de la Tierra tomaron un total de 42.000 años, y que en algún momento después del año 2.997 d. de J.C., si se toma en consideración la cronología del afamado obispo Ussher, ha de comenzar el octavo día, esto es, las edades futuras, cuando el Reino de Dios domine sin oposición alguna a través de todo el universo: “Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho. 21Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. 22Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. 23Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida. 24Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. 25Porque preciso es que él [Jesucristo] reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. 26Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte. 27Porque todas las cosas las sujetó [Dios] debajo de sus pies [los pies de Jesucristo]. Y cuando dice que todas las cosas han sido sujetadas a él [a Jesucristo], claramente se exceptúa aquel que sujetó a él todas las cosas [es decir, a Dios]. 28Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas [es decir, a Dios], para que Dios sea todo en todos.” (1 Corintios 15:20-28; Versión Reina-Valera Revisada de 1960.). El libro de Apocalipsis proporciona una vívida descripción de ese tiempo futuro: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. 2Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. 3Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. 4Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. 5Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas. 6Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. 7El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo. 8Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.” (Apocalipsis 21:1-8; Versión Reina-Valera Revisada de 1960.).

Es preciso aclarar que aquí no se hace esfuerzo alguno por favorecer alguna determinada cronología bíblica. Es cierto que el obispo Ussher elaboró una bien documentada cronología de las Escrituras. Pero es también cierto que hasta el momento ninguna cronología goza de común aceptación, por lo que es inoficioso el que alguien pierda tiempo y esfuerzos tratando de probar que tal o cual cronología es la verdadera. Todavía existen muchas lagunas en la cronología bíblica, principalmente debido a que en la actualidad no contamos con todos los elementos con que contaron los que fueron inspirados por el Espíritu para escribir sus registros. Pero sí contamos con esbozos y con diagramas generales que pueden sernos de mucha utilidad al momento de determinar algunos eventos y acontecimientos en la corriente del tiempo, aunque sea de manera general.

La cronología que se propone más adelante debe ser considerada, pues, como un mero ejercicio que pretende apenas proporcionar una idea general de los tiempos envueltos, pero que no se trata, en modo alguno, de una declaración dogmática acerca de este asunto. Cada uno es absolutamente libre de aceptar, rechazar, revisar o cambiar las fechas propuestas, como también las pocas pruebas que se mencionan en apoyo de tal o cual fecha en particular o del esbozo en general.

LOS ORÍGENES
LA HISTORIA DE LOS CIELOS Y LA TIERRA
Génesis 1:1-2:3

i. LOS ORÍGENES Génesis 1:1

ii LA PREPARACIÓN DE LA TIERRA Génesis 1:2-19

iii LA CREACIÓN ANIMAL Génesis 1:20-25

iv LA CREACIÓN DEL HOMBRE Génesis 1:26-31

v EL SÉPTIMO DÍA Génesis 2:1-3

TABLILLA I
LA HISTORIA DE ADÁN
Génesis 2:4-5:1

i LA CREACIÓN DE ADÁN Y DE EVA Génesis 2:4-25

ii LA CAÍDA Génesis 3:1-24

iii CAÍN Y ABEL Génesis 4:1-15

iv LA DESCENDENCIA DE CAÍN Génesis 4:16-24

v LA HISTORIA DE SET Génesis 4:25, 26

TABLILLA II
LA HISTORIA DE ADÁN
Génesis 5:1-6:8

i LA DESCENDENCIA DE SET Génesis 5:1-32

ii LOS NEFILIM Génesis 6:1-8

TABLILLA III
LA HISTORIA DE NOÉ
Génesis 6:9-10:1

i LOS HIJOS DE NOÉ Génesis 6:9, 10

ii LA MALDAD DE LA GENERACIÓN DE NOÉ Génesis 6:11, 12

iii LA CONSTRUCCIÓN DEL ARCA Génesis 6:13-22

iv EL DILUVIO Génesis 7:1-8:22

v EL PACTO NOÉTICO Génesis 9:1-17

vi SUCESOS POSTERIORES Génesis 9:18-29

TABLILLA IV
LA HISTORIA DE LOS HIJOS DE NOÉ: LA HUMANIDAD POSTDILUVIANA TEMPRANA
Génesis 10:1-11:9
i LOS DESCENDIENTES DE NOÉ Génesis 10:1, 32

ii LOS DESCENDIENTES DE JAFET Génesis 10:2-5

iii LOS DESCENDIENTES DE CAM Génesis 10:6-20

iv LOS DESCENDIENTES DE SEM Génesis 10:21-31

v LA TORRE DE BABEL Génesis 11:1-9

TABLILLA V
LA HISTORIA DE SEM
Génesis 11:10-26

i LOS DESCENDIENTES DE SEM Génesis 11:10-26

TABLILLA VI
LA HISTORIA DE TARÉ
Génesis 11:27-32

LA HISTORIA DE ABRAHAM EL HEBREO
Génesis 12:1-25:11

La historia de Abraham probablemente se hallaba registrada en un juego de tablillas de barro y en caracteres cuneiformes akkádicos, aunque en hebreo, formando un grupo de documentos especial y diferente a los otros registros debido a su extensión y a la cantidad de información. Asimismo, parece que todos los registros referentes a este patriarca, así como los documentos oficiales (como la compra de la cueva y del campo de Makpeláh a Efrón el hitita para sepultura), se conservaron en forma diferente a los demás documentos de que da cuenta el libro de Génesis. Desde este punto de vista, quizá pudiera asumirse que los documentos de los descendientes de Abraham, excepción hecha de la extensa historia de Jacob, fueran solamente resúmenes de documentos familiares mucho más extensos y que fueron incluidos en el relato de Génesis para contextualizar la narración y proporcionar un marco de circunstancias amplio y reconocible para todos. Así, por ejemplo, los datos relacionados con los jeques de Seír que se proporcionan en la historia de Esaú o Edom, sirven para darse una idea de lo que significó la colonización edomita del territorio seirita, donde habitaron antiguamente los horeos o seiritas. Estos fueron infiltrados por los descendientes de Esaú y finalmente desposeídos, y los hijos de Esaú moraron en la tierra de Seir en su lugar. Asimismo, en el marco de las contextualizaciones históricas, se proporciona una breve nota acerca de los orígenes de los moabitas y de los ammonitas, pueblos emparentados con lso hebreos, puesto que eran descendientes de Lot, sobrino de Abraham.

i ABRAHÁN SE TRASLADA A LA TIERRA DE CANAÁN Génesis 12:1-9

ii ABRAHÁN EN EGIPTO Génesis 12:10-20

iii ABRAHÁN Y LOT SE SEPARAN Génesis 13:1-18

iv LA CAMPAÑA DE LOS REYES ORIENTALES Génesis 14:1-16

v MALEQUISEDEC BENDICE A ABRAHÁN Génesis 14:17-24

vi EL PACTO ABRAHÁMICO Génesis 15:1-21

vii AGAR E ISMAEL Génesis 16:1-16

viii EL PACTO DE LA CIRCUNCISIÓN Génesis 17:1-27

ix DIOS VISITA A ABRAHÁN Génesis 18:1-15

x LA DESTRUCCIÓN DE LAS CIUDADES DE LA LLANURA Génesis 18:16-19:29

xi LOS ORÍGENES DE LOS AMONITAS Y LOS MOABITAS Génesis 19:30-38

xii ABRAHÁN EN TERRITORIO FILISTEO Génesis 20:1-18

xiii EL NACIMIENTO DE ISAAC Génesis 21:1-7

xiv AGAR E ISMAEL EXPULSADOS DEL CAMPAMENTO DE ABRAHÁN Génesis 21:8-21.

xv EL PACTO ENTRE ABRAHÁN Y ABIMELEC Génesis 21:22-34

xvi EL SACRIFICIO DE ISAAC Génesis 22:1-19

xvii LOS DESCENDIENTES DE NACOR Génesis 22:20-24

xviii MUERTE Y SEPULTURA DE SARA Génesis 23:1-20

xix CASAMIENTO DE ISAAC Génesis 24:1-67

xx LOS DESCENDIENTES DE ABRAHÁN Y QETURÂH Génesis 25:1-6

xxi LA MUERTE DE ABRAHÁN Génesis 25:7-11

TABLILLA VII
LA HISTORIA DE ISMAEL EL HIJO DE ABRAHAM
Génesis 25:13-18

Obviamente, vistas las cosas desde esta otra perspectiva, resulta más admisible asumir que la historia de Ismael es ésta y no la de Abraham su padre, por más que se quiera que, debido a que era el hijo mayor, hubiera heredado los registros históricos paternos. De ser así, entonces Ismael sería el verdadero heredero de Abraham, y no Isaac.

i LOS DESCENDIENTES DE ISMAEL Génesis 25:13-18

TABLILLA VIII
LA HISTORIA DE ISAAC EL HIJO DE ABRAHAM
Génesis 25:19-35:29

También es mucho más apropiado ver el relato de esta manera. Se trata de relatos relacionados con Isaac, el hijo de Abraham. Es apropiado que en su historia se incluyan datos como el nacimiento de sus dos hijos, Esaú y Jacob, y de los eventos principales que ocurrieron en sus días, como, por ejemplo, la huida de Jacob a Mesopotamia y lo que le ocurrió allá. Y de nuevo, no es apropiado considerar que se trata de una historia de Esaú o que se trate de registros familiares que le hayan pertenecido alguna vez, ya que no trata tanto de eventos de su vida y de su familia, como de la vida y de la familia de Jacob.

i EL NACIMIENTO DE JACOB Y ESAÚ Génesis 25:19-26

ii ESAÚ VENDE SU PRIMOGENITURA Génesis 25:27-34

iii ISAAC Y SU FAMILIA EN TERRITORIO FILISTEO Génesis 26:1-22

iv ISAAC Y SU CLAN EN BEERSEBA Génesis 26:23-34

v JACON OBTIENE LA BENDICIÓN DE ISAAC Génesis 27:1-40

vi JACOB HUYE A PADÁN-ARAM Génesis 27:41-29:14

vii JACOB EN PADÁN-ARAM Génesis 29:15-31:16

viii JACOB VUELVE A LA TIERRA DE CANAÁN Génesis 31:17-32:32

ix LA RECONCILIACIÓN DE JACOB Y ESAÚ Génesis 33:1-17

x JACOB EN CANAÁN Génesis 33:18-35:26

xi LA MUERTE DE ISAAC Génesis 35:27-29

TABLILLA IX
LA HISTORIA DE ESAÚ EL PADRE DE EDOM
Génesis 36:1-9

Y este relato de la historia de Esaú es más acertado, pues que se trata de sucesos y datos relacionados con su familia y con la tierra que ocupó su descendencia, en la región montañosa de Seir, donde moraban los horeos, y donde él y su descendencia, amante y practicante de una vida más nómada y dependiente de la caza y del pastoreo en territorios que para otras gentes resultaban casi hostiles. La región de Seir no es muy fértil, pero dispone de valles, aguadas y oasis que son verdaderas delicias para quienes habitan dentro de sus términos. Y fue la tierra elegida por Esaú y su progenie para establecerse y desarrollarse, primero como clan y luego como tribu y como nación.

i LA DESCENDENCIA DE ESAÚ Génesis 36:2-9

ii LOS JEQUES EDOMITAS Génesis 36:10-19

iii LOS JEQUES SEIRITAS Génesis 36:20-30

iv LOS REYES EDOMITAS Génesis 36:31-43

TABLILLA X
LA HISTORIA DE JACOB EL PADRE DE ISRAEL
Génesis 37:1-50:26

Génesis 37:1 da inicio a la última de las tablillas, y después de ésta ya no se hace referencia directa a documentos de la clase anteriormente mencionada, y parece ser que la información se conservó por medio de registros en papiros que los israelitas, especialmente los cabezas de familias, conservaron celosamente, como registros valiosos y fidedignos de su historia reciente. Además, debió desarrollarse una rica tradición oral familiar que fue conservando la información de que más tarde Moisés se serviría para componer lo que ahora es el libro de Génesis. De todos modos, y en cualquier caso, el Espíritu de Dios se aseguró que la información que se registró fuera verdadera, verídica y confiable, fuera que proviniera de documentos escritos o de tradición oral.

Es apropiado que se considere que esta sección de Génesis es una historia de Jacob y de su familia. Los eventos que se mencionan así lo testimonian. Jacob es un hombre, no un semidiós ni un ser divinizado, como lo habrían considerado en otras tribus, clanes o pueblos. Jacob es un ser humano. Tiene defectos y virtudes como todas las personas. Pero el relato que sigue trata principalmente de eventos relacionados con el clan y luego tribu de Jacob, que parte como una familia más de nómadas, pero que se va extendiendo, primero que nada merced a los numerosos bienes que ha logrado reunir en Mesopotamia y luego gracias a la heredad de su padre Isaac.

Figura principal de este relato es José, el hijo amado de Jacob, quien es víctima de los celos de sus hermanos. Es vendido por sus hermanos a unos mercaderes que iban a Egipto, quienes lo venden, a su vez, allá, a un alto funcionario del reino. Su estadía en Egipto es providencial para salvar a su clan del hambre que asola a la tierra de Canaán. Finalmente, todo el clan emigra, y Jacob se reúne de nuevo con su hijo amado, al que creía muerto. El faraón reinante, agradecido a José por su obra a favor del Estado y de los egipcios mismos, no se contenta con haberlo nombrado primer ministro, sino que le entrega tierras a su familia para que se asiente en la tierra de Gošén, una tierra fértil del Delta, donde los hebreos finalmente se multiplicarán hasta formar una nación.

La historicidad del relato no puede seguir siendo puesta en duda simplemente porque uno tenga ideas, creencias o dogmas distintos a la enseñanza y la doctrina que emanan de la Biblia. Pero eso es lo que han hecho los críticos y los científicos en general. Sin más base que sus propios y personales prejuicios han hecho lo imposible por desacreditar al registro bíblico en general, y al de Génesis en particular.

Los eventos principales en la historia de Jacob, son los siguientes:

i JOSÉ ES VENDIDO POR SUS HERMANOS Génesis 37:2-36

ii JUDÁ Y TAMAR Génesis 38:1-30

iii PRIMER PERÍODO DE LA VIDA DE JOSÉ EN EGIPTO Génesis 39:1-41:36

iv JOSÉ VIRREY DE EGIPTO Génesis 41:37-57

v LOS HEBREOS EN EGIPTO Génesis 42:1-50:26


EL SISTEMA DE ESCRITURA UTILIZADO POR MOISÉS

El sistema de escritura que estaba en uso en el Levante[xiv] al tiempo en que los israelitas salieron de Egipto, depende mucho de la cronología que se adopte para fechar los acontecimientos.

En los medios eruditos actuales, cuyas conclusiones se han visto enormemente influenciadas por la llamada alta crítica, en general, se tiende a suponer que el éxodo de Israel jamás sucedió, o al menos no en los términos en que lo afirma la Escritura, especialmente en el libro de Éxodo. Y asumen que el surgimiento de Israel se debió a la amalgama de diferentes elementos étnicos y lingüísticos, de variado origen. Algunos suponen que el akkadio Habiru o Hapiru, también escrito modernamente en la forma Apiru, sea el origen de la palabra hebreo. Tales habiru habrían sido gentes que por siglos deambularon y nomadearon por las proximidades de los territorios de las antiguas ciudades-estado del Levante, a veces ofreciéndose como mercenarios y otras realizando pillaje por las áreas desprotegidas de tales Estados levantinos. Finalmente, y debido a varios factores que lo facilitaron, como el debilitamiento del poderío militar y político de Egipto en la zona y el surgimiento de un vacío de poder, particularmente en tiempos del faraón Akhenatón, quien estaba más preocupado de los asuntos religiosos del país que de responder a la situación geopolítica que se estaba produciendo, estas gentes habrían comenzado a atacar a las ciudades del Levante, particularmente en la tierra de Canaán, y les fueron arrebatando territorio hasta que, finalmente, pudieron ser capaces de tomar las mismas ciudades-estados, mezclarse o aliarse con la población cananea local y, de este modo, dar origen a los israelitas, una mezcla racial que originalmente habría formado apenas una muy laxa confederación de tribus y clanes para imponer su dominio sobre el país. Entonces, los hebreos o habiru, habrían adoptado el sistema de escritura corriente en el área levantino-cananea. Pero la escritura, adoptada poco a poco por la elite israelita, terminaría imponiendo en ellos el idioma cananeo, con sus variantes locales, como la lengua vernácula de estas gentes.

Quienes sí aceptan la posibilidad de que haya habido un éxodo de esclavos hebreos[xv] de Egipto tienden a fecharlo en el reinado de Ramsés II el Grande Egipto, o por lo menos antes de las victorias registradas por el faraón Merneptah en las paredes del templo de Luxor, debido a que en esas inscripciones se menciona por primera vez a Israel en las fuentes egipcias actualmente conocidas, y se afirma que ha sido destruida.

Algunos de aquellos que se apegan al texto bíblico para aceptar que la entera nación de Israel salió de Egipto luego de haber sido liberados por Yahwêh a través de Moisés y Aarón, han aceptado una fecha tardía para el éxodo, y esta fecha tardía varía entre 1370 y 1230 a. de J.C., aceptando que el Éxodo debió producirse en tiempos de Ramsés II y antes de las victorias de Merneptah.

Otros apoyan una fecha temprana, y esta fecha temprana puede variar entre 1573 y 1470 a. de J.C.

Si uno acepta una fecha temprana, como, por ejemplo, 1513 a. de J.C., entonces puede aceptar sin ninguna clase de problemas que Moisés pudo haber conocido en el área de la península del Sinaí, a los creadores o desarrolladores del alefato protosinaítico, desde el cual se derivarían todos los demás alefatos o alfabetos que se conocieron en el Levante antiguo. También es posible que el propio Mošê haya tenido alguna participación en la elaboración de este alfabeto, particularmente si se entiende que él pasó al menos 40 años en la zona, que él había recibido una alta educación en la corte egipcia, donde más que seguramente aprendió a escribir y a leer. Sim embargo, es posible que el origen del alefato modernamente llamado protosinaítico, se haya desarrollado originalmente dentro de la tribu madianita, de la que formaba parte Yetró, el suegro de Moisés. Otra de las posibilidades es que se haya desarrollado a partir de las relaciones entre los egipcios y los habitantes originarios de la zona, quienes comerciaron con los egipcios y también pudieron haber servido en diferentes capacidades y servicios durante el tiempo en que se explotaron las minas de turquesas de Serabit el-Khadim, así como en otros lugares de la península de Sinaí.

De todos modos, el primer sitio donde se ha documentado la existencia del alefato es la península de Sinaí. Y es allí donde Moisés habitó por cuatro décadas, autoexiliado por haber dado muerte a un egipcio defendiendo a un esclavo israelita.

Por otra parte, los hebreos habrían utilizado antes de Moisés, como ya se ha dicho, especial y particularmente en tiempos de Abraham, de Yitsaaq y de Ya’aqob, el sistema cuneiforme de uso corriente en Mesopotamia, ya que ellos tenían nexos estrechos con las altas culturas de la tierra entre los ríos, tanto por origen como por relaciones matrimoniales. Abraham mismo procedía de la tierra de Šina’ar, de la culta y poderosa ciudad de Ur. Yitsa’aq tomó una mujer de la tierra de Harán, llamada Rebeqa. Yakob tomó dos mujeres de la tierra de Harán, donde surgió el Imperio de Mitanni, y donde había profundas influencias culturales y religiosas de la lejana Ur.

Es probable que Mošê haya recibido de sus antepasados los antiguos registros genealógicos e históricos familiares y que originalmente los registrara, en alguna oportunidad, en escritura egipcia jeroglífica. Moisés fue educado en toda la cultura y civilización de Egipto, por lo tanto estaba preparado para tal cosa. Y es muy probable que, si no tuvo participación en la elaboración de la llamada escritura protosinaítica, al menos la haya usado y enseguida la haya perfeccionado, inspirado por Yahwêh ‘Elohîm, como parte de su preparación para ser el líder del pueblo escogido de Dios. Tampoco puede pasarse por alto el hecho de que Yetrô, el suegro de Mošê, era un hombre que trasunta una gran sabiduría y un gran conocimiento. Es también posible que él, o al menos su tribu, tuviera contactos y hasta participación, como también ya se ha avanzado, de alguna manera, en el desarrollo de tal sistema de escritura evidenciado en la península de Sinaí antes del éxodo de Yisraêl de la tierra de Mitsrâyim.

Obviamente, en todo esto hay mucho de suposición. Pero también es cierto que muchas coincidencias sobre un mismo asunto y en una misma área difícilmente se dan. Y aquí hay muchas coincidencias.

Cuando la primera parte de las Escrituras Hebreas fueron primeramente escritas en el período pre-exílico, otra escritura estaba en uso en el Levante. Esta era el sistema de escritura al que, por no tener mejor nombre, se ha dado a veces en llamar escritura fenicio-paleohebrea, el ancestro de todos los alfabetos del pasado y del presente. Hoy se le conoce en una posterior y más desarrollada forma en una serie de textos, la mayoría de los cuales datan de los siglos XII u XI a. de J.C. Aparte de los recientemente descubiertos abecedarios de Izbet Sartah, los mejor conocidos ejemplos son: el sarcófago de Ahiram de Gubla (Biblos), de alrededor del 1000 a. de J.C.; el calendario agrícola de Guézer, de 950 a. de J.C.; la Piedra Moabita, de cerca del 840 a. de J.C.; la óstraca de Samaria (tinta sobre barro), del siglo VIII a. de J.C.; el papiro palimpsesto de Murabba’at, del siglo VIII o VII a. de J.C.; la inscripción de Siloam, de alrededor de 700 a. de J.C.; y la óstraca de Lakîš, de alrededor de 588 a. de J.C.; la escritura palestinense hallada sobre artefactos de la Palestina central y meridional del período de 1700 a 1200 a. de J.C. (Guézer, Lakîš, Sikhem, etc.) y el alfabeto cuneiforme de Ugarit, en el norte de Siria, de alrededor de 1400 a. de J.C. No es necesario discutir aquí las relaciones de esas escrituras con la llamada escritura fenicio-paleohebrea, debido a que esto está todavía principalmente en la prehistoria, por así decirlo, oscuro en sus detalles. El desciframiento de esas escrituras, excepto en el caso del ugarítico, está todavía en sus estadios más primordiales. Solamente la escritura fenicio-paleohebrea y la posterior escritura cuadrada están directamente relacionados con las primeras formas escritas de los textos de las Escrituras Hebreas y con su preservación como documentos escritos. Nosotros solamente necesitamos observar aquí que cuando los israelitas se establecieron en la tierra de Canaán ellos se encontraron con el uso de un sistema cuneiforme de escritura y con la escritura jeroglífica, la primera de origen mesopotámico y utilizada ampliamente en la documentación diplomática y comercial a través de todo el Levante, y la segunda de origen egipcio. Pero los hebreos introdujeron el alfabeto actualmente conocido como fenicio que, aunque sin vocales, es un sistema de escritura fácil de aprender y que requería poco para implementarlo. Más de cuatrocientas referencias en las Escrituras Hebreas prueban que el arte de escribir era ampliamente practicado en Yisraêl. El sistema hebreo fue adoptado por otros pueblos, como los cananeos, los ammonitas y los moabitas, por ejemplo, debido a su facilidad de uso. Y por esto mismo, el sistema de escritura, aparentemente desarrollado en el zona del Sinaí —si no por los hebreos, por lo menos por gentes que estuvieron relacionadas estrechamente con ellos en esa zona—, y que fue utilizado por Mošê para registrar las Escrituras inspiradas por Yahwêh debiera mejor ser llamado israelita o hebreo.

Como se ha afirmado anteriormente, tradicionalmente y a la hora de hablar sobre la invención de la escritura alfabética, se suele defender la idea de que el primer alfabeto fue el fenicio[xvi] y que de él descienden muchos otros, incluso el latino con el que se está escribiendo el presente artículo. Si bien es cierto que fueron los fenicios quienes exportaron este gran invento a todo el Mediterráneo y que gracias a ello la cuna de grandes civilizaciones posteriores pudo expresarse de forma escrita (Grecia, Roma, Cartago, etc.), no lo es tanto el que ellos fuesen los primeros en desarrollar este tipo de escritura. De hecho, los textos alfabéticos fenicios más antiguos datan del primer mileno antes de Cristo, mientras que en Ugarit ya se utilizaba unos cuatrocientos a quinientos años antes, aunque expresado de forma cuneiforme (ver tabla infra). Pero tampoco debemos pensar en Ugarit como la cuna del alfabeto que ha derivado en los principales alfabetos modernos...

La escritura alfabética no tiene nada que ver con el concepto de lenguaje, es decir, la expresión escrita de cualquier lengua no semítica como sí lo son el fenicio[xvii], el ugarítico[xviii] o el hebreo, puede hacerse con los mismos signos aunque combinados de distinta forma para ser leídos en los distintos idiomas. Incluso lenguas no indoeuropeas como la etrusca o la tartesia del sur de España y Portugal, fueron expresadas con caracteres derivados de los fenicios y púnicos[xix].

El desarrollo o evolución más lógica y común a todas las lenguas, parte de la representación de signos ideográficos como en el caso egipcio, es decir, un dibujo que representa una palabra o idea relacionada. Por tanto no es de extrañar que el origen de la escritura alfabética implicase este concepto. Y realmente fue eso lo que ocurrió, como se verá a continuación.

Para comenzar se debe tener claro que se considera escritura cuando los signos ideográficos antes comentados son a la vez fonéticos, esto es, cuando además representan los sonidos que forman la estructura interna de una lengua. Una vez sabido esto el siguiente paso es buscar un ancestro común a todas esas lenguas semíticas nombradas anteriormente, y que fueron las primeras en adoptar el sistema de escritura objeto del presente artículo. Por tanto, se buscan signos más antiguos, ideográficos al modo de jeroglíficos, que se correspondan con las ideas expresadas por los posteriores ugaríticos y fenicios. Esas ideas se han conservado hasta hoy día, por suerte, en los signos utilizados por los hebreos actuales (kábala) y se ha podido comprobar que se corresponden con los más antiguos, incluso en aquellos supuestamente primeros signos alfabéticos cuneiformes de Ugarit que han podido descifrarse perfectamente gracias a los miles de textos encontrados. Dichas correspondencias son las que se deben buscar en esa escritura alfabética comúnmente llamada protosinaítica, común a toda esta zona y lenguas.

Y parece que se han encontrado, como no, en Egipto, concretamente en la Península de Sinaí y la antigua Neguev, en la tierra de los shasu[xx]. Se trata de inscripciones en roca con signos parecidos a los egipcios pero que no son egipcios ni están escritos en su lengua, aunque guardan cierta relación. El primer egiptólogo en estudiarlos fue el legendario F. Petrie, aunque los primeros resultados satisfactorios sobre su desciframiento fueron obra del también ya no menos legendario sir Alan Gardiner, que localizó la palabra Baalat. Esta palabra es la forma femenina de Baal, que significa, básicamente, señor. Por lo tanto, Baalat es un título que significa señora, y que tiene un amplio y extenso uso religioso, al grado que la Iglesia católica en la actualidad lo aplica a la virgen María, en sus varias advocaciones. Y como antaño hubo varias Baalat o Señoras, como advocaciones locales de una misma deidad, hoy también, como, por ejemplo, Nuestra Señora de las Cuarenta Horas, Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, Nuestra Señora del Rosario, y así por el estilo.


Esfinge de Serabit el-Khadim (lado izquierdo)


Esfinge de Serabit el-Khadim (lado derecho)


En el ejemplo de la esfinge de arriba podemos leer en jeroglíficos egipcios “Amado de Hathor, señora de la turquesa” y escrito en proto-sinaítico del lado derecho: M'H BL(T), “mah Baalat”, es decir, “Amado de la Señora”, esto es, “Amado de Baalat”.

Las inscripciones del Sinaí están datadas en torno al 1700 a. de J. C., coincidiendo con la época de ocupación hiksa en el Delta del Nilo, y parece estar constituido por varias decenas de signos (de 20 a 30), de los cuales sólo unos pocos se pueden considerar puramente egipcios. Su orientación en la lectura es como el sistema egipcio predominando el sentido de izquierda a derecha, pero al contrario que en el anterior, es indistinta la dirección a la que deben dirigirse los signos.

Algunos han adelantado que los hiksos, los reyes-pastores de Egipto, quienes dominaron por bastante tiempo sobre el Bajo Egipto, particularmente la zona del Delta, y tuvieron relaciones bastante estrechas con la tierra de Canaán y la zona levantina, influyeron indirectamente en el surgimiento del alfabeto protosinaítico, debido a que en su tiempo se habría producido una gran influencia cultural egipcia sobre las poblaciones semitas que habitaban en la península de Sinaí, el Neguev y algunas áreas vecinas. Por otra parte, de acuerdo a Flavio Josefa, quien cita a Manetón como autoridad para presentar a los hiksos en la historia, los hiksos fueron en realidad José y sus sucesores israelitas en la dignidad de primer ministro de Egipto, período en el cual la autoridad faraónica pudiera parecer disminuida debido a la preponderancia del primer ministro israelita. La expulsión de los hiksos de Egipto sería el recuerdo local del éxodo de Israel hacia la Tierra Prometida.
En la estatuilla de unos 30 cm. de altura que puede verse aquí se encuentra grabada una de las inscripciones proto-sinaíticas más comunes: (L) BLT, que significa “[para] Baalat”.

Numerosos autores han buscado un origen completamente egipcio en estos signos y ello ha dado lugar a teorías un tanto forzadas a la hora de la identificación de la correspondencia de cada signo proto-sinaítico con uno egipcio. Lo cierto es que los moradores de Sinaí, en aquélla época bajo dominio hikso y por tanto en un alto porcentaje semítico[xxi] acostumbrado a la forma de vida nómada de los shasu, aparentemente no conocían realmente la escritura jeroglífica egipcia, y sólo debieron saber en qué consistía aproximadamente ese sistema de escritura y se inspiraron en él para crear uno propio mucho más sencillo: Tomando la primera letra de la idea representada por cada signo, podrían formar las palabras de su propia lengua omitiendo, de forma análoga a los egipcios, las vocales. Entonces les quedó un sistema muy simplificado en el que cada signo se identifica con una consonante que puede estar acompañada o no, por una vocal. Y de esta forma aquellos analfabetos semitas fueron los primeros verdaderos alfabetizados del mundo y su forma de vida nómada hizo que su estupenda idea se extendiera por todo el Levante y de ahí a todo Oriente y Occidente próximos, gracias en gran parte a los fenicios, los eximios navegantes cananeos de la costa levantina del Mediterráneo.

En la siguiente tabla analizo con más detenimiento, pero sin las tediosas y a veces hasta ininteligibles explicaciones de los especialistas, el sistema de escritura que modernizó al mundo; en ella se incluyen los signos más comunes que podemos encontrar en la península de Sinaí y que llegaron a formar directamente parte de escrituras alfabéticas proto-sinaíticas, aunque de forma más estilizada y cursiva o hierática (fenicio, hebreo arcaico, etc.).

[AQUÍ FALTA LA TABLA DE LOS CARACTERES]

Como podemos observar en la tabla anterior, la naturaleza propia de los signos proto-sinaíticos que se incluyen en ella, indica claramente la forma de vida de los inventores de los mismos: Ausencia absoluta de signos relacionados con la vegetación o el cultivo, elementos que formaban parte de su vida cotidiana y concretamente de sus propias viviendas, la caza y la pesca, el pastoreo, partes de sus propios cuerpos, etc.

En conclusión todos estos signos describen claramente la forma de vida de nómadas semíticos como los shasu u otros pueblos muy relacionados durante cientos de años con los egipcios. Es por ello que debemos concluir diciendo que no fueron ni los egipcios ni los fenicios los creadores del primer alfabeto, pero que ambos están muy relacionados con el evento dado que “los primeros pusieron la simiente y los segundos recogieron la cosecha”. Pero los creadores del alefbét fueron, sin duda alguna, los hebreos, aunque no se pueda precisar absolutamente el momento en que ello sucedió.

Sin embargo, muchos señalan a Moisés como un posible responsable. Él tenía una educación egipcia que le proporcionaría los elementos básicos para inferir al menos la importancia de una forma más sencilla de registrar los eventos que la complicada manera egipcia y que la no menos compleja manera de los asiáticos, que usaban el cuneiforme y especialmente sobre tablillas de arcilla, material bastante complicado de utilizar y de conservar para gentes que tenían una tradición nómada muy arraigada. Incluso para las sociedades sedentarias el uso de tablillas de barro cocidas no era muy cómodo. Otros señalan a Yetró, el suegro de Moisés, como el que tuvo que ver con la invención del sistema alfabético semítico. Su gente vivía en la zona del Sinaí desde tiempos inmemoriales, en contacto con los egipcios y ellos mismos eran semitas, descendientes de Abraham el hebreo, quien seguramente trajo desde Mesopotamia el uso de la escritura cuneiforme.

Lo cierto es que Moisés usó, al escribir, caracteres, signos o pictógrafos, que son los antecedentes del actual alfabeto latino en uso en la mayor parte de los países occidentales.

Y en esos caracteres antiguos, el primer versículo de Génesis, habría sido escrito por Moisés de la siguiente manera:








NOTAS:
[i] Esta versión, la primera de que se sabe que se hizo del hebreo a otro idioma, también es conocida como Septuaginta y por la cifra LXX. La traducción parece haberse realizado en Alejandría, Egipto, y, de acuerdo a la tradición, en ella tomaron parte 72 expertos venidos desde Jerusalén por orden real.
[ii] En estas páginas se usa el nombre Yahwéh con referencia al Dios que, por definición y doctrina, es Uno y Único, el Creador, el Dios Todopoderoso, el Padre Eterno, el Altísimo. En algunas versiones y traducciones este Nombre Inefable aparece en la forma latinizada Jehová, Jehováh o Jehovah. En otras traducciones el Nombre es sustituido por títulos, sustantivos comunes, tales como Señor o Dios, palabras que son absolutamente impersonales y que no identifican a quien Jesucristo enseñó a orar: “Santificado sea Tu Nombre”. (Mateo 6:9.). Algunos, por razones gramaticales y literarias rechazan el uso del nombre Jehová con respecto a Dios, señalando lo erróneo de la forma latinizada, que se usa en traducciones tales como la Versión Reina-Valera. Sin embargo, no insisten en que no deben usarse, por las mismas razones, nombres latinizados tales como Jesús, Ezequiel, Jeremías, Isaías, María o Juan, por ejemplo. Como los nombres tienen la finalidad de identificar a las personas que los llevan, no existe razón válida alguna para no usar el Nombre de Dios, ya sea en la forma latinizada o en la forma Jehová, Yahwéh o la que se considere apropiada. Lo realmente erróneo es sustituir el Nombre propio y personal de Dios por títulos o sustantivos comunes como Señor, Dios u otros, los que por su naturaleza, y aunque se escriban con mayúsculas, pueden ser adscritos a cualquier otro aparte del Dios verdadero, como la propia Biblia lo ejemplifica al aplicarlos a los dioses falsos de las naciones.
[iii] Se da el nombre de cananeos en las Escrituras antiguas a los habitantes del Levante, esto es, de las tierras situadas entre el Éufrates y el torrente de Egipto, el actual Wadi el-Arish, extensa área a la que a veces se hace referencia como Siria-Palestina. Los cananeos fueron posteriormente invadidos por grupos semitas, principalmente, e indoeuropeos. Los cananeos mismos se dividían en doce tribus principales originalmente, pero fueron denominados, de acuerdo a su área de establecimiento amorreos si habitaban en las áreas montañosas, seguramente porque la mayoría de los amorreos ocupaban tales áreas; cananeos, si ocupaban los valles; y, tardíamente, fenicios, si ocupaban la zona costera situada entre el monte Casio, por el norte, y el monte Carmelo, por el sur. Esta última designación les fue aplicada por los griegos, quienes conservaban una tradición que hacía a los fenicios (cananeos de la costa septentrional) gentes venidas desde las costas del mar Eritreo, esto es, de la costa septentrional del golfo Pérsico. La Biblia, por su parte, establece en la tierra de Sinar, al norte de la cabecera septentrional del golfo Pérsico, el lugar de origen de los cananeos, desde donde migraron a la tierra que después ocuparon tras los acontecimientos relacionados con la construcción de la Torre de Babel y la posterior confusión de las lenguas en esa misma área. Los cananeos son gentes camíticas, como los egipcios y los etíopes. Obviamente, su lenguaje original era el cananeo, una lengua, también, camítica. Pero, en algún momento, probablemente hacia principios del II milenio precristiano, una extensa influencia semítica se hizo sentir en la región y los cananeos adoptaron y adaptaron a sus necesidades una lengua semítica muy parecida al hebreo, o emparentada con el hebreo. De acuerdo al capítulo 14 de Génesis, el elamita y, por lo tanto, semita, Kedorlaomer, aliado con reyes de Mesopotamia, quienes hablarían lenguas semíticas también, como seguramente fue el caso de las gentes de Sinar y de Elasar, aunque no tan seguramente las gentes de Goyím (en caso que se trate de Kutum, quienes, sin embargo, en un tiempo si llegaron a hablar akkadio). Fue en tiempos de la dominación de extensas áreas de Irán, de Mesopotamia y del Levante por parte de esta alianza de reyes mesopotámicos, que Abraham cruzó el Éufrates hacia la tierra de Canaán. Las circunstancias políticas, económicas y culturales eran las adecuadas. Abraham no estaba migrando a través de un territorio hostil, sino a través de un territorio que respondía a una sola entidad Estatal, un Imperio organizado y consolidado, al menos en apariencia. Por lo tanto, Abraham, al cruzar el Éufrates y avanzar a través de la tierra hacia el Sur, no necesitó cruzar ninguna frontera. Se trataba de un mismo y solo Estado. Es probable que desde entonces al menos date el empleo de lenguas semíticas en el Levante. Por este mismo tiempo, en los establecimientos comerciales asirios situados a través de la mayor parte de Anatolia, los comerciantes estaban usando su lengua semita para registrar los contratos y para dejar testimonio de las transacciones comerciales que realizaban con las poblaciones asiánicas locales. Posteriormente, el akkadio, una lengua semita, sería usada como lengua diplomática por una serie de monarcas locales, entendiendo que ese idioma era entendido y escrito en todas partes. Pero, el que un pueblo use un determinado idioma o lenguaje, no lo hace étnicamente del mismo origen que la lengua que emplea. Así, los cananeos eran racialmente camitas, pero lingüísticamente son clasificados como semitas, en razón a la lengua que se atestigua que hablaban.
[iv] Esta palabra, Elohim, es un título. Algunos lo usan como sustituto para el Nombre de Dios, sobre bases que no resisten análisis alguno. La palabra castellana para este título es Dios, que no es un nombre, sino un título, un sustantivo común, y que en la Biblia se aplica tanto al Dios verdadero, Yahwéh, como a los dioses falsos de las naciones, tales como Dagón y Astarté.
[v] The New Bible Dictionary, edición de J. Douglas, 1980, página 349.
[vi] Ebla Tablets, Clifford A. Wilson; Treasures From Bible Times, A. R. Millard, A Lion Book, 1985; The Bible In Its World, Kenneth Kitchen; Ebla-An Empire Re-Discovered, Paolo Matthiae; The Biblical Archaeologist de Mayo de 1976, artículo de Giovanni Pettinato; Illustrations from Biblical Archaeology, D. J. Wiseman.
[vii] Aunque se acepte que Moisés dispuso de registros escritos antiquísimos, seguramente pasados de padres a hijos, así como también se valió de alguna tradición oral transmitida de igual manera, la inspiración divina eliminó todo y cualquier peligro de error en lo que finalmente Moisés escribió. La inspiración divina es garantía de inerrancia e infalibilidad, característica que no posee ningún otro escrito aparte de las Escrituras canónicas. Y la utilización de información miscelánea e histórica por parte de Moisés no es obstáculo alguno para la inspiración divina de lo que escribió. El autor de estas páginas cree que no se debe ser dogmático al momento de analizar la evidencia que en pro de esta o de otra opinión se pueda presentar.
[viii] El papiro era un tipo de material de escritura hecho del tallo de la planta de papiro que se encontraba en Egipto y formaba una especie de papel primitivo.
[ix] Caracteres semíticos arcaicos. Es posible que Moisés y los hebreos de su tiempo conocieran estos caracteres y que los emplearan en su escritura. Se trata de caracteres muchísimo más fáciles y simples de usar que los jeroglíficos egipcios. Estos caracteres tienen su origen en la península de Sinaí, donde están atestiguados. De estos caracteres derivan los que se utilizaron en los posteriores alefatos hebreo y cananeo. Aparentemente, los hebreos, si no lo inventaron, lo adoptarían a su paso por esta área, durante sus cuarenta años de nomadeo antes de su entrada en la tierra de Canaán. Los cananeos adoptarían el alefato hebreo y lo adaptarían a sus necesidades particulares, extendiéndolo posteriormente, durante su expansión comercial por el Mediterráneo, a Grecia, a Italia y a otras áreas, pasando desde Roma a los alfabetos occidentales modernos.
[x] Este texto vocalización proviene del publicado en la página de la Tanakh (Hebrew Bible) with vowels, en http://www.sacred-texts.com/bib/tv/gen.htm, en el sitio de la Hipertext Bible (http://www.sacred-texts.com/bib/tv/index.htm), en The Internet Sacred Text Archive (http://www.sacred-texts.com/index.htm).
[xi] Antiguo Testamento Interlineal Hebreo-Español, tomo I, Pentateuco, traducción literal al castellano del texto hebreo del Códice de Leningrado (hoy, San Petersburgo), por Ricardo Cerni, Editorial Clie, Barcelona, España, 1990; compárese el texto hebreo con Biblia Hebraica Stuttgartensia, reedición del afamadísimo texto bíblico de la Biblia Hebraica de Rudolf Kittel, reproducción del texto hebreo contenido en el llamado Códice de San Petersburgo (antiguamente conocido como Códice de Leningrado), editada por A. Alt, O. Eißfeldt y P. Kahle, editio funditus renovata, tercera edición enmendada, 1987, Deutsche Bibelgesellschaft Stuttgart, Stuttgart, Alemania, y con The Michigan-Claremont-Westiminster Hebrew Bible, version revisada de la Biblia Hebraica Stuttgartensia, editada por H. van Dyke Parunak, Richard Whitaker, Emanuel Tov, Alan Groves, et alter, texto hebreo copyright 1990 por la Deutsche Bibelgesellschaft Stuttgart, Alemania, texto electrónico en Compubiblia.
[xii] Versión Reina-Valera, ediciones de 1909, 1960 y 1995, entre otras.
[xiii] Página 17, nota al pie para Génesis 2:4.
[xiv] Esto es, el área que comúnmente se ha dado en llamar Siria-Palestina, y que se extiende entre el Éufrates y el desierto de Sinaí, y entre el Mediterráneo y el desierto siroarábigo, donde actualmente se encuentran las repúblicas de Siria, El Líbano e Israel y la mayor parte del reino hachemita de Jordania.
[xv] Quienes aceptan que pudo haber habido un éxodo israelita desde Egipto, en general tienden a limitarlo en cuanto a la cantidad y por lo general aceptan que solo un puñado de esclavos pudo haber salido de Egipto y haberse sustentado en el desierto en camino hacia la tierra de Canaán. Estos cuantos hebreos se habrían unido a otras gentes de diverso origen para formar una anfictionía de tribus que fueron las que finalmente se apoderaron, de diferentes modos, de algunas de las ciudades de Canaán, desde donde fueron extendiendo su dominio sobre el resto de país aprovechando el debilitamiento del poderío egipcio en el Levante y el debilitamiento de los reyes locales debido a las luchas intestinas y una serie de amenazas externas, como la invasión de los arameos y luego, aunque mucho más tarde, de los filisteos.
[xvi] Esto es, cananeo.
[xvii] La lengua fenicia o cananea en general es semítica, pero sus hablantes no lo eran, puesto que pertenecían al grupo de los pueblos camíticos, como los egipcios y los etíopes. Los camitas no eran todos de piel oscura.
[xviii] Las gentes de Ugarit eran cananeos, pero, como en el caso de los fenicios posteriores, no son gentes semitas, sino camitas, que finalmente se caracterizan por hablar una lengua semita.
[xix] Esto es, cartagineses. El apelativo de púnicos lo aplicaron los romanos a los habitantes de Cartago, Qart Hadásh, la Ciudad Nueva, una ciudad que floreció en el norte de África, cerca de la actual Túnez, y fundada por fenicios de Tiro. Aparentemente, el adjetivo se derivaría de phoiniké, la palabra griega de donde deriva el latín phoenice y el español fenicio. En general, parece que esta palabra tenía un sentido peyorativo. Las guerras libradas entre los romanos y los cartagineses por el control del Mediterráneo, y que resultaron en la destrucción de Cartago, son actualmente llamadas Guerras Púnicas por los historiadores. Los púnicos, pues, son los fenicios y sus descendientes establecidos en el Mediterráneo occidental, núcleo del Imperio cartaginés. Cananeos o fenicios son sus elementos constituyentes, y por lo tanto su religión, su cultura, su civilización, su idioma y su escritura.
[xx] Los egipcios daban el nombre de shasu a ciertas poblaciones que nomadeaban por la península de Sinaí y el Neguev y áreas vecinas. Algunos creen ver en estos shasu a los seiritas, los habitantes originales de Seir, a quienes desposeyeron los hijos de Esaú o Edom. Otros, creen que se trata de los amalekitas a los que alude el relato bíblico en el capítulo 14, y que fueron derrotados por Kedorlaomer de Elam y sus aliados en En-mispat, que debe corresponder a la posterior Qadésh o Qadésh-barnéa.
[xxi] Sobre todo, si se acepta que los hiksos pudieran ser los hebreos en Egipto, y si se acepta que por esos tiempos deambulaban descendientes de Abraham en el área, particularmente los madianitas y los amalekitas, obviamente semitas.